TRES EN RAYA

Migrantes haitianos, los eternos maltratados

Basta ver las condiciones en las que están algo así como 10,000 haitianos en nuestra frontera norte, viviendo bajo un puente de Texas

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Mientras los representantes de América Latina — incluido el de Haití— obviaban la dura crisis de migración en la cumbre de la CELAC celebrada en nuestro país, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, se reunía en Tabasco con autoridades mexicanas para conocer la situación migratoria en nuestra frontera sur.

Salazar, acompañado por representantes de la SRE y de Gobernación, visitó El Ceibo; punto fronterizo donde reconoció la labor de los agentes federales y de la Guardia Nacional, los mismos que hace pocas semanas pateaban a los migrantes. El embajador dijo que los agentes “mantienen una migración segura, ordenada y regular”. Así de “diplomático” el diplomático al referirse sobre un problema humanitario, urgente y acuciante que corresponde tanto a México como Estados Unidos.

Basta ver las condiciones en las que están algo así como 10,000 haitianos en nuestra frontera norte, viviendo bajo un puente de Texas. Estados Unidos ya anunció que se repatriarán muchos de ellos a Haití; por supuesto, dependiendo del número de vuelos/aterrizajes que permita el gobierno del isleño país.

Haití es uno de los países caribeños más golpeados por los recientes desastres naturales (muchos años ya). Huracanes y terremotos que se suman a la barbarie política que arrastra esa nación. Una que existe desde antes del gobierno de François Duvalier, mejor conocido como ‘Papa Doc’. La última muestra de este salvajismo político ocurrió hace algunos meses con el asesinato de Jovenel Möise, presidente de Haití.

Inestabilidad política reflejada en una sucesión de 20 presidentes en 35 años. El país más pobre del hemisferio occidental. Toda una pésima combinación que tiene como resultante el éxodo de su población en busca de una mejor oportunidad de vida.

Esa población que hoy es retenida en nuestras dos fronteras y en la del sur de Estados Unidos para retornarla a su país, si bien difícilmente a lo que era su hogar. Ya no son solamente un problema en su país de origen, ahora representan responsabilidad y costo para México y para nuestro principal socio internacional.

Ciudades por donde pasan o se detienen en territorio nacional, como lo es Ciudad Acuña, no tienen ni la capacidad ni la infraestructura para atender a miles de migrantes. Tan solo en el poblado Del Río, en Texas, hay 13,700 migrantes haitianos varados. En ninguno de los poblados (mexicanos o estadounidenses) se tiene la forma de atender a esa población. Y si bien hasta este momento parece que los migrantes traen consigo algo de dinero, pues se atraviesan a Acuña a comprar alimentos, su situación es precaria y de altísimo riesgo, tanto por cruzar el río/frontera diariamente como por sus diarias condiciones de vida debajo de un puente.

Estados Unidos ha reiterado que sus fronteras están cerradas para los migrantes. México ha plantado a miembros de la Guardia Nacional en otros cruces de la frontera para evitar la migración centroamericana y haitiana al norte. Ambos países deben proponer una estrategia más amplia para atender a dichas personas sin menoscabo de su ciudadanía.

Más allá de las peticiones de López Obrador para que Estados Unidos olvide el embargo a Cuba y la diplomática visita del embajador estadounidense a nuestra frontera sur, es apremiante que ambos países retomen este tema como EL PRIORITARIO a resolver. Mientras esto no suceda, los migrantes haitianos seguirán siendo los eternos maltratados; y después de ellos, las diversas poblaciones por las que irán transitando.

POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

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