EL DON DE LA FE

El segundo bicentenario de Independencia

México mantiene una deuda pendiente con su libertador, Don Agustín de Iturbide, una deuda de gratitud y de reconocimiento

OPINIÓN

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Roberto O'Farrill Corona / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Once años transcurrieron, hace ya dos siglos, entre el inicio de la lucha de Independencia, en 1810, y su concreción en 1821. Dos siglos después, en el año 2010, hubo celebraciones por el bicentenario de la Independencia, sin especificar que se celebraba su inicio; pero toda fecha se cumple, y es el 27 de septiembre de 2021 cuando debe celebrarse con entusiasmo y gratitud el bicentenario de la consumación de la independencia de la Corona española.

Es ocasión de celebrar, particularmente por los muy nacionalistas, por los muy mexicanos. Con tal motivo, la Conferencia del Episcopado Mexicano publicó el 13 de septiembre un comunicado que, bajo el título “La Consumación de la Independencia: una tarea permanente”, celebra este bicentenario.

Los obispos comienzan por establecer que la consumación de la Independencia fue “un movimiento político y social con profunda raigambre religiosa católica que se continuó a lo largo de 11 años, desde 1810 hasta 1821”, que constituye un “legado del modo como finalmente México consiguió su independencia absoluta de España; modo que ha sabido conciliar y no destruir; unir y no separar; construir sobre la razón, la fe y la experiencia histórica” y que consistió en “crear un nuevo Estado libre, soberano e independiente, sobre la base del reconocimiento provisional de la vigencia de la Constitución española de Cádiz, en los diversos territorios que componían entonces el inmenso virreinato de la Nueva España.

Constitución que sería modificada, primero por el Plan de Iguala y luego mediante el Tratado de Córdoba, para establecer, entre los tres documentos, las bases constitucionales del nuevo Estado bajo la forma gubernativa de una monarquía no absoluta, sino limitada, con división de poderes, bajo el nombre de Imperio Mexicano, con el respeto incondicional de las Tres Garantías políticas: Independencia, Religión, y Unión”.

Este mensaje, cargado de contenido histórico, con respecto al libertador de México los obispos hacen ver que “si el autor de este proyecto fue el militar criollo Don Agustín de Iturbide, personaje cuestionado posteriormente por la historiografía republicana, muy pronto contó con el apoyo inicial del mulato D. Vicente Guerrero y del indígena D. Pedro Asencio, insurgentes ambos, y, posteriormente, del político español D. Juan O’Donojú”, y añaden que “sería injusto limitar el reconocimiento a estos personajes”.

Para finalizar su mensaje, los obispos dirigen su atención a Dios: “Que el Señor nos conceda la mirada de ternura con la cual Él mismo mira las problemáticas que afligen a nuestra sociedad: violencia, desigualdades sociales y económicas, polarización, corrupción y falta de esperanza”.

México mantiene una deuda pendiente con su libertador, una deuda de gratitud y de reconocimiento, pues México es la única nación que ha denostado a su libertador, Don Agustín de Iturbide.

POR ROBERTO O'FARRILL CORONA

MAAZ