VENTANA POLÍTICA

Provocaciones

Resulta incomprensible el ánimo de dinamitar puentes hacia Estados Unidos y el presidente Biden por parte de un mandatario que sigue apostando a la ruptura

OPINIÓN

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Verónica Ortiz / Ventana Política / Opinión El Heraldo de México Créditos: Foto: Especial.

Latinoamérica y el Caribe están sufriendo un deterioro acelerado. El 11 de septiembre de 2001 se firmó en Lima la Carta Democrática Interamericana y en la siguiente década la región vivió un proceso de consolidación democrática y desarrollo económico.

Sin embargo, en los últimos años, se ha perdido el consenso sobre los ideales democráticos, resurgen regímenes autoritarios y crece la ingobernabilidad agravada por la recesión económica y los conflictos sociales. Democracias fallidas, países devastados, populistas autócratas de izquierda y derecha, igual de perniciosos.

El llamado triángulo del norte sigue sumido en la desesperanza y expulsando migrantes. El Salvador, Nicaragua, Cuba y Venezuela más al sur sufren los estragos de gobiernos autoritarios eternos o con aspiraciones de serlo. Bolivia, Argentina, Perú, Brasil, Chile, Colombia, todos enfrentan crisis políticas y descontento social.

En este contexto de una América Latina convulsionada y dividida, sorprende la insistencia del gobierno mexicano en la desaparición de la OEA y la pretensión de sustituirla por la CELAC u otro organismo que excluya a Estados Unidos y Canadá. En todo caso, idea parece más un ajuste de cuentas contra agravios presentes (el fraude electoral que obligó la renuncia de Evo Morales en Bolivia) y pasados (el reconocimiento de la victoria de Felipe Calderón en 2006). Y, desde luego, una provocación al gobierno de Estados Unidos, al buscar un organismo que no sea su “lacayo”. Es decir, que manden dinero, inversiones y vacunas, pero que no pidan cuentas ni orden en el vecindario.

El ánimo provocador alcanzó  ayer niveles inéditos en los festejos de la Independencia nacional. Además del despropósito de incluir al presidente de Cuba Díaz Canel como invitado de honor y orador, López Obrador convirtió el tradicional desfile cívico militar en un evento de propaganda política y en una nueva ocasión para desafiar al gobierno de Joe Biden.

Sin una sola mención a las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en Cuba, y ante el recién estrenado embajador norteamericano Ken Salazar, López Obrador calificó al bloqueo estadounidense de “estrategia perversa” que obliga al pueblo cubano a enfrentarse con su gobierno y, que de tener éxito, se convertiría en un “triunfo pírrico, vil y canallesco”.

Resulta incomprensible el ánimo de dinamitar puentes hacia Estados Unidos y el presidente Biden por parte de un mandatario que sigue apostando a la ruptura y la polarización. Si el gobierno mexicano quiere tener un liderazgo positivo en la región, y atenderlas causas de la migración, bien haría en incentivar la inversión y el desarrollo, promover las libertades democráticas y el estado de derecho. No ponerse a defender ideologías fracasadas. Y menos aún, respaldar una izquierda revolucionaria que mantiene en la opresión a su pueblo desde hace seis décadas.

POR VERÓNICA ORTIZ
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@VERONICAORTIZO

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