MIRANDO AL OTRO LADO

DEAN y CELAC

En estos días habrán de concluir dos reuniones internacionales importantes para México. Una, el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) se realizó en Washington el día 9 de septiembre

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En estos días habrán de concluir dos reuniones internacionales importantes para México. Una, el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) se realizó en Washington el día 9 de septiembre. Otra, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se efectuará el 18 de septiembre en México.

En la reunión realizada en Washington participaron, por la parte mexicano, Marcelo Ebrard, Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma y Gabriel Yorio, y de la parte estadounidense, Kamala Harris, Anthony Blinken, Gina Raimondo, Alejandro Mayorkas, Katherine Tai, Samantha Power, Ken Salazar y José Fernández.

Dada la importancia del temario a considerar estuvieron presentes autoridades de primera línea de ambos países. Si bien la nomenclatura de la reunión (“Diálogo Económico…”) sugiere que se abordarán exclusivamente asuntos económicos, el hecho es que toda la agenda bilateral estaba sobre la mesa.

Así las cosas, se abordaron temas económicos, del T-MEC, sobre inversiones, cadenas de producción, Estado de derecho, migración, seguridad y narcotráfico, armas, desarrollo de Centroamérica, incluso derechos humanos y relaciones laborales. Como se puede apreciar, la agenda bilateral es amplia, con puntos de posible acuerdo y otros contenciosos.

Por la información pública, escasa, sobre la reunión se puede interpretar que hubo mucho diálogo, pero poco consenso. Estados Unidos hablaba de seguridad (ciberseguridad y cooperación en el combate al crimen organizado) y cooperación, mientras México hablaba de cadenas de valor y sus programas de apoyo (Sembrando Vida y Jóvenes) en el sur mexicano y Centroamérica.

Por otro lado, no existen indicios de que el Canciller mexicano hubiese planteado la demanda mexicana de desaparecer la Organización de Estados Americanos (OEA) en la reunión con la Vicepresidente de Estados Unidos y el Secretario de Estado de ese país. Es más, parece que se evadió el tema, convirtiéndolo en el elefante en el salón. ¿Cuál habrá sido la razón por la que la parte mexicano no haya planteado el asunto? Es la propuesta que reside en el corazón de la “política exterior” (si se le puede llamar eso) de López Obrador.

La próxima reunión internacional a efectuarse en México, de la CELAC, el 18 de septiembre tendrá, como punto central, justamente la propuesta del Presidente López Obrador de desaparecer a la OEA y su sustitución por un órgano integrado exclusivamente por países latinoamericanos y del Caribe. Ya varios países se frotan las manos con alegría ante la idea. Tanto Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia han externado su beneplácito con la propuesta mexicana de desaparecer ese organismo que, a decir del Presidente mexicano, pretende mantener a América Latina como “lacayos del imperio”. Brasil, Colombia, Ecuador y Uruguay han rechazado la propuesta mexicana, como probablemente lo harán Chile y Costa Rica. Argentina ofreció estudiar el caso. El nuevo gobierno en la partida de ajedrez es el de Perú, cuyo mandatario podría sumarse a la propuesta mexicana. Ya veremos.

El Presidente de Cuba es el invitado de honor al desfile militar del 16 de septiembre y será el orador principal en un evento oficial. En momentos de tensión internacional, es de notar la inclinación y el favoritismo del gobierno mexicano por el grupo Bolivariano ante la aparente conformación de bloques latinoamericanos. Es difícil saber cuál de los bloques es mejor y cuál peor.

Pero en realidad la pregunta, por lo menos para México, es otra. ¿Cómo pretende llegar a acuerdos económicos benéficos para el país y para los paisanos que residen en Estados Unidos cuando, por otro lado, insulta y denigra al socio económico más importante de México, cada vez que se reúne en público y privado con sus auditorios latinoamericanos?

¿Cree López Obrador, de verdad, que ese modelo de doble cara en la política exterior le va a funcionar? Que podrá morder la mano que da sustento fundamental al país y, porque no, a su gobierno. Porque si no lo sabe (no puedo creer que no lo sepa) habrá que informarle que la salida a la crisis económica de México se llama Estados Unidos y Canadá. Definitivamente no se llama Venezuela, ni Cuba, ni Bolivia ni Nicaragua.

Las remesas de Estados Unidos que el Presidente piensa que llegan a México debido a las políticas de su gobierno, no llegan por él sino principalmente por las políticas económicas de Biden, y por el trabajo de los paisanos en ese país. Y si llegasen más inversiones para seguir industrializando a México, será únicamente porque se demuestra respeto al Estado de derecho, exigencia de cualquier inversionista, nacional y extranjero.

Y todo ese ambiente de prosperidad y crecimiento económico no admite una política de confrontación con Washington y falta de respeto a la relación entre las naciones. Así de claro es el asunto. No quiere decir que no habrá conflictos y disensos entre gobiernos y países. Eso es parte de la vida internacional. Pero lo que no es admisible es el doble discurso en las relaciones diplomáticas y políticas entre países que son socios.

Claro: a menos de que el plan de López Obrador sea que México ya no se considere a sí mismo como socio de Estados Unidos y Canadá. Esa es una ruta que el país, y no solo el Presidente, tendrá que decidir. Porque tendrán que opinar los millones de mexicanos que viven en el país vecino del norte. ¿Qué dirán ante el cierre de fronteras y la retracción de inversiones, industrias y millones de empleos en México?

Lo que pretende López Obrador al querer sostener la ficción de dos caras, dos ideologías y dos políticas exteriores, una para Estados Unidos y otra para América Latina, como si nadie se diera cuenta, es la conducta propia de un hombre de dobleces incontenibles que únicamente alimenta la desconfianza y, eventualmente, el rechazo de ambos bandos. Bajo este esquema el país no va a quedar bien con nadie. México terminará, después de este ejercicio de dos caras ante el mundo, como el perro de las dos tortas. Con las manos vacías, desacreditado y, más importante, sin autoridad moral. 

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
@RPASCOEP

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