DESDE AFUERA

México y EEUU: a 20 años del 9/11

La conmemoración de los atentados del 11 de septiembre de 2001 ocurre en momentos en que se desarrolla un reexamen de la relación bilateral

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El 11 de septiembre de 2001 marca uno de los mayores atentados terroristas en la historia del mundo y ciertamente en la de Estados Unidos.

Marca también la muerte de 15 mexicanos, quizá más, sin mayor reacción de México. Eran trabajadores indocumentados en las Torres Gemelas de Nueva York, empleados en cocinas de restaurantes o como dependientes en cafeterías o encargados de llevar bebidas y bocadillos  a los diferentes pisos en los edificios del Centro Mundial de Comercio.

Fueron parte de los 2,996 muertos oficialmente registrados ese día, cuando tres de cuatro aviones de pasajeros secuestrados por 19 extremistas musulmanes de origen árabe fueron lanzados, dos contra las torres simbólicas de Nueva York, y uno contra el edificio del Pentágono en Washington. El restante cayó en Pensilvania.

Hubo algunos mexicanos muertos más. Nadie sabe exactamente cuantos aunque con el tiempo varios han sido identificados. 

Pero su destino, al menos en México, ha sido del olvido oficial. Ni el gobierno de Vicente Fox en su tiempo ni los subsecuentes han ido más allá que reconocer su desaparición. Después de todo, eran migrantes indocumentados y eligieron irse, podría decir alguno; o simplemente fueron bajas colaterales en un conflicto mayor, podría alegar otro.

Pero no se puede olvidar que fueron víctimas del terrorismo y que ninguna bandera mexicana ha estado jamás a media asta para marcar su muerte, a pesar de ser parte de ese grupo que por años ha colaborado con sus remesas a mantener el país económicamente a flote.

Cierto, murieron en los Estados Unidos, el país que tiene una presencia tan fuerte en el imaginario mexicano, sea como responsable de nuestros males o como la meta para nuestros indocumentados y de nuestras aspiraciones.

Para los consejeros del entonces presidente Fox, incluso Alfonso Durazo y Santiago Creel, o legisladores como la entonces senadora Beatriz Paredes o el aún diputado Felipe Calderón, resultaba difícil proclamar solidaridad con los Estados Unidos aún en esos momentos.

Ese debate consumió al aparato político mexicano y en opinión del entonces embajador estadounidense, Jeffrey Davidow, fue una oportunidad perdida.

Tal vez. El hecho sin embargo es que hubo 15 mexicanos o más asesinados y el país no hizo mucho por ellos. Fue de hecho indiferente a su suerte y la de sus familiares.

Quizá este once de septiembre, este 20 aniversario sea distinto. Después de todo, el gobierno le da categoría de héroes a los migrantes y reconoce casi como logro propio la fortaleza de su contribución económica al país.

La conmemoración de los atentados del 11 de septiembre de 2001 ocurre en momentos en que se desarrolla un reexamen de la relación bilateral, especialmente en lo económico pero ofrece la oportunidad de profundizar en lo que es, lo que representa, de donde viene y hacia dónde va o se quiere que vaya.

Y lo que no puede, ni debe olvidarse, es que hay lazos de sangre, en más de una forma y en más de un nivel aunque a veces, como en el caso de los muertos mexicanos del 9/11, nos cueste reconocerlos.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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