FUERA DE TONO

¿Dónde quedó el “pueblo organizado”?

Morena y su dirigencia fallaron en articular una mayor movilización de la sociedad frente a la consulta

OPINIÓN

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Hernán Gómez Bruera / Fuera de Tono / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La baja participación en la consulta ciudadana tiene diversos responsables, tanto entre sus promotores, como entre quienes la obstaculizaron.

Hay que examinar las decisiones que tomó el Congreso, al establecer una fecha posterior a la elección intermedia; la confusa pregunta de la Suprema Corte, e incluso la postura ambigua que frente a ella jugó el Presidente.

En mi última entrega apunté también el cuestionable papel del Instituto Nacional Electoral (INE), al ser incapaz de recortar sus propios gastos —los de esa institución

tan groseramente cara y llena de privilegios anti republicanos— para liberar los recursos que permitieran instalar un número aceptable de casillas.

Nada de esto, sin embargo, exime a Morena y a su dirigencia de hacer su propia autocrítica.

El partido no puede sólo culpar a agentes externos, como apuntó de forma sensata el politólogo Hugo Garcíamarín.

Y es que Morena estaba llamada a movilizar a la ciudadanía y hacer una tarea que difícilmente podía emprenderse desde el gobierno.

Frente a un presidente dudoso ante la consulta, lo que se puso a prueba era la capacidad del partido –de sus dirigentes, estructuras y juventudes— para articularse independientemente de la voluntad presidencial y más allá de esta.

Lamentablemente no lograron estar a la altura de ese desafío. Lo que demostró Morena es que todavía no hay partido ni movimiento sin la figura central de López Obrador.

Esa es la cruda realidad de la que hay que hacerse cargo y ese es el tamaño del reto.

Lo que se evidenció en gran medida con esta consulta es que Morena se ha convertido en una maquinaria electoral donde el principal incentivo es conquistar posiciones de poder, apartándose de ese partido, movimiento que hasta hace poco tiempo todavía era capaz  de combinar una acción política que combinaba un pie en la lucha social y la movilización, y otro en la política institucional.

Es de lamentar porque en el pasado reciente Morena y el obradorismo mostraron gran músculo en las calles.

Precisamente, esa capacidad de movilizar estaba llamada a ser uno de los pilares fundamentales de un movimiento social y político transformador.

Porque en el fondo no hay transformación si no hay también movilización de la sociedad.

Y porque, incluso, ese fue uno de los rasgos que caracterizó al gobierno de López Obrador cuando estuvo al frente de la Ciudad de México.

Porque eso ha sido el obradorismo y todavía puede serlo.

Baste recordar aquella frase con la que el hoy presidente cerró campaña en 2018: “solo el pueblo organizado puede salvar a la nación”…

¿Y dónde está ese pueblo organizado?

¿En las desaseadas y desangeladas consultas?

POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
HERNANFGB@GMAIL.COM 
@HERNANGOMEZB

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