DESDE AFUERA

Una visión ambiciosa...

La política exterior ha sido por lo regular un punto secundario de atención para los presidentes mexicanos

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La política exterior ha sido por lo regular un punto secundario de atención para los presidentes mexicanos, excepto en lo que se refiere a la relación con Estados Unidos. 

Pero eso no limitó sus ambiciones, como tampoco ha sido obstáculo para la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador, de una asociación latinoamericana al estilo de la Unión Europea y una remodelación de la relación con EU.

Sin embargo, aquellas ambiciones fracasaron, o simplemente se olvidaron, sea al final del gobierno del mandatario o cuando la resonancia internacional de México se tambaleó, normalmente por crisis internas.

Hace poco más de medio siglo, el entonces presidente Luis Echeverría buscó trascendencia mundial con su Carta de Deberes y Derechos Económicos de los Estados y su fallido intento de lograr el Premio Nobel de la Paz.

La carta era una declaración de principios en busca de una mejor relación Norte-Sur, como lo fue la iniciativa de su sucesor.

José López Portillo, que a la cabeza de un México de nuevo relevante en los mercados petroleros mundiales convocó a un diálogo Norte-Sur que se realizó en Cancún, con la asistencia de los jefes de gobierno de los principales países industrializados y las quizá más representativas naciones en desarrollo de los 70.

El gobierno López Portillo terminó en medio de una crisis económica y su ambiciosa visión se desvaneció al mismo tiempo.

Hubo después propuestas relativamente menores, tanto comerciales como medio-ambientales, pero bien podrían ser clasificadas como las acciones de un país con crecientes intereses en un mundo globalizado.

¿Es posible que hoy sea diferente? El presidente López Obrador lanza una propuesta de unidad regional, del tipo que no había sido presentado por México en sus 200 años de historia y que puede prestarse a muchas interpretaciones.

Una de ellas es el reclamo de un liderazgo regional, que es viable tanto por el peso específico de México en la región y en parte porque sus posibles competidores experimentan complicados procesos internos.

Al mismo tiempo, si la declaración del mandatario mexicano se toma a la letra, la creación de una asociación regional buscaría reformar los términos de la relación con Estados Unidos y llevarla a un nivel de diálogo más igualitario.

Ambas premisas son posibles en el momento histórico, cuando la hegemonía estadounidense parece cuestionada por el surgimiento de nuevas-viejas potencias.

El trabajo a realizarse para lograr la unificación latinoamericana será ingente y requerirá, entre otras cosas, niveles de pragmatismo y confianza hasta ahora desconocidos en la región.

Algunos alegan que se trataría menos de buscar una gran unidad como de encontrar las coincidencias entre los muchos organismos integracionistas, incluso algunos ahora vinculados con la Organización de Estados Americanos (OEA).

Pero es más fácil decirlo que hacerlo. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

dza