MIRANDO AL OTRO LADO

Ser opción, no sólo oposición

Los partidos de oposición, unos organizados en la coalición Va Por México (PAN, PRI y PRD), y Movimiento Ciudadano por su lado, obtuvieron dos millones de votos

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los partidos de oposición, unos organizados en la coalición Va Por México (PAN, PRI y PRD), y Movimiento Ciudadano por su lado, obtuvieron dos millones de votos más que la coalición de partidos aglutinados alrededor de Morena en las recientes elecciones para diputados federales.

Lo que esto significa no es únicamente que juntos están en condiciones de ganar la Presidencia de la República en 2024. También quiere decir que una mayoría de hombres y mujeres del país añoran un cambio de gobierno y coinciden en considerar que el gobierno de López Obrador ha fracasado.

Ante este nuevo estado de ánimo social es importante que los partidos ascendentes se conciben no sólo como fuerzas opositoras del gobierno federal actual y su partido, sino también como los portadores de una alternativa de gobierno que beneficiará al conjunto del país y servirá para consolidar la democracia, las libertades y el Estado de derecho en México.

Los partidos aglutinados en este frente deberán trabajar para ganar la confianza de una mayoría más amplia de ciudadanos pues, a la luz de los recientes cambios en el gabinete federal, es esperable que viviremos un endurecimiento de la línea política del gobierno contra la oposición. El historial del nuevo secretario de Gobernación, visto a la luz de su gestión como gobernador de Tabasco, es un gran autoritarismo y talante impositivo en su forma de gobernar. No negocia; fustiga. No escucha; dicta sentencia. No resuelve; impone.

Es evidente que la gestión pública política federal pasará a una nueva etapa de agresividad contra cualquier expresión opositora. Además, va a tratar de acelerar la destrucción institucional, ya sea a través de la eliminación de instituciones autónomas o independientes, o su ahogo administrativo y presupuestal. Buscará desaparecer al INE y el TEPJF, también el INAI, además de instituciones como INEGI y CONEVAL que tanto incomodan. Seguramente buscará acotar al extremo a Banxico a través de un nuevo Gobernador impuesto por López Obrador. La guerra contra los órganos autónomos proseguirá a toda velocidad.

En los últimos años de la gestión de López Obrador todo será político, todo es electoral. Su tono beligerante sólo se incrementará en acritud y belicosidad. Con ese fin mandó a Olga Sánchez Cordero y Gabriel García Hernández al Senado. Su misión es tratar de imponer las propuestas presidenciales, por las buenas, pero lo más probable que sea mayoritariamente por las malas. Esos dos operadores vienen de la escuela de López Obrador: son autoritarios, intolerantes e imponen sus posiciones. Lo que sucede con ellos, sin embargo, es que ninguno es López Obrador y, por tanto, no tiene gran autoridad política y moral en el único lugar donde puede ser importante: entre los senadores de la oposición. Pueden (quizá si cuentan con el apoyo de Monreal) lograr algunas negociaciones. Pero sí se trata de imponer, fracasaran. Y regresaran a Palacio Nacional con las manos vacías.

En la Cámara de Diputados es la misma situación, aunque en un contexto distinto. El morenismo tiene que cambiar su actitud de la postura impositiva del primer trienio de este sexenio, y aceptar que las cosas funcionarán solamente con una actitud negociadora, no impositiva, producto de una nueva correlación de fuerzas desfavorable al oficialismo. El segundo trienio de López Obrador tendría que ser una etapa de diálogo y reconciliación. Sin embargo, todo indica que no sólo no será así sino que podría incluso ver subidos los decibeles de agresividad del gobierno.

Ante este escenario previsible desde ahora-creciente agresividad desde Palacio Nacional, ofensivas morenistas en el Senado y la Cámara de Diputados-la oposición deberá adoptar una postura de moderación firme, inteligente y, sobre todo, de ofrecer propuestas y alternativas al creciente fanatismo de la 4T. Mientras éstos se radicalizan y se vuelven más extremos, la oposición debe moverse al centro político y adoptar una postura de conciliación y moderación. Será difícil, pero lo inteligente será no caer en el juego polarizador del Presidente.

Los próximos tres años van a definir quiénes tendrán mayores posibilidades de tener un buen resultado en la elección presidencial de 2024. Y ese “buen resultado” va a depender de quiénes ganan el aprecio y simpatía de la mayoría de las y los mexicanos. En junio de 2021 la oposición ganó la mayoría de votos aunque, por el mecanismo de votaciones por distrito, Morena y aliados ganaron más diputados. Ahí se refleja un desbalance e inequidad del sistema electoral. Esa inequidad habrá de revisarse para futuras elecciones.

El reto está en tener las mejores respuestas para resolver los problemas que este gobierno le va a heredar al siguiente. Hereda más pobreza, más inseguridad, un país sin un sistema de salud, con la educación deteriorada, un país que agrede sistemáticamente a las mujeres y no existe justicia para ellas, un Poder Judicial controlado y desprestigiado además de un gremio de periodistas amenazados de muerte. Hereda un país con una crisis económica y en conflicto con los socios económicos más cercanos. Ellos, a su vez, están dedicando su tiempo a desear que las cosas cambien para bien en México en tres años.

¿Qué clase de país es ese? ¿Un país en pausa, deseando lo mejor pero esperando lo peor?

La tarea de reconstrucción debe empezar desde ahora, con la nueva Legislatura. La 4T nos va a heredar a todas y todos un país devastado, maltrecho y en crisis sistémica, a nivel nacional e internacional. Desde ahora urge reorientar la economía y el ejercicio presupuestal, exigiendo una nueva racionalidad. Las nuevas prioridades exigen un gasto racional,útil y cuidadoso. El dispendio desde Palacio Nacional debe cesar. Debe haber rendición de cuentas y respuestas a las exigencias de información sobre las decisiones de la administración pública federal.

El nuevo Congreso deberá convertirse en portavoz de los sectores agredidos por el primer trienio de este gobierno: mujeres, madres solteras, niñas y niños, periodistas, campesinos, víctimas del crimen organizado en todas sus modalidades, perseguidos políticos, pueblos originarios, desempleados, los encarcelados injustamente. El Congreso debe ser una efectiva caja de resonancia de las demandas de una sociedad desamparada y crecientemente desesperada.

El segundo trienio de este gobierno le ofrece al Congreso de la Unión la oportunidad de resarcirse de los errores cometidos en el primero, para concluir el sexenio con un estado de ánimo social optimista y dispuesto a aceptar las nuevas opciones que se plantean para construir un futuro distinto, plural, tolerante. Un futuro verdaderamente alejado de odios y rencores. Ese futuro es el que queremos. 

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
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