ESCENARIOS NACIONALES

La secretaría de Gobernación. Un desdibujado ministerio del interior

La figura central del gabinete presidencial para los gobiernos post revolucionarios del siglo pasado fue sin duda la Secretaría de Gobernación

OPINIÓN

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José Luis Camacho Acevedo / Escenarios Nacionales / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La figura central del gabinete presidencial para los gobiernos post revolucionarios del siglo pasado fue sin duda la Secretaría de Gobernación.

Constitucionalmente la SEGOB tiene el mandato de atender el desarrollo político del país y conducir las relaciones del Poder Ejecutivo Federal con los otros poderes de la Unión y las demás esferas de gobierno para fomentar la convivencia armónica, la paz social, el desarrollo y el Estado de Derecho.

Fue escaparate perfecto para los presidenciables y muchos lo consiguieron tras ocupar ese importante despacho: El General Álvaro Obregón designó Secretario de Gobernación a Plutarco Elías Calles; En su turno, Calles, después de varios secretarios, nombra para el último tramo de su mandato a Lázaro Cárdenas del Río; En su momento Manuel Ávila Camacho designó en ese puesto a Miguel Alemán; Miguel Alemán a Adolfo Ruiz Cortínez; López Mateos nombra a Gustavo Díaz Ordaz y éste al llegar a la Presidencia ratifica a Luis Echeverría quien había ocupado el cargo tras la toma de protesta del primero como candidato presidencial.

A partir de los setentas llegan los Secretarios poderosos, que si bien es cierto, aunque no lograron a ser presidentes de la República, fueron artífices de momentos clave en la construcción política de la nación. Estos personajes construyeron la transición democrática, la reforma del estado, la reforma política, crearon instituciones, propiciaron el entendimiento entre poderes de la unión y fueron garantes de la relación con los gobiernos de los estados para sustentar el pacto federal. En los setentas se consagraron como Secretarios de Gobernación importantes figuras como Mario Moya Palencia y Jesús Reyes Heroles y más tarde en los noventas Don Fernando Gutiérrez Barrios y Jorge Carpizo Mcgregor.

Pero la política interior y el cabildeo de altura no se hace, desde hace tiempo, en la Secretaría de Gobernación. En esta administración el presidente optó por figuras como Marcelo Ebrard, Poncho Romo o Julio Scherer Ibarra para realizar ese tejido fino dejando con ello la Secretaria solo como una oficialía de partes o un espacio de diálogo para grupos beligerantes.

La salida de Olga Sánchez Cordero de Gobernación abre la posibilidad de una nueva etapa de conducción de este importante ministerio.

El presidente tenía en el gabinete dos ex secretarios de Gobernación de quien pudo haber echado mano para el relevo: Manuel Bartlett Díaz que en los ochentas operó para el “innombrable” desde las oficinas de Bucareli o a Esteban Moctezuma ahora Embajador de México en Estados Unidos quien tomó ese importante cargo con Ernesto Zedillo, pero el Presidente se ha decidido por quien fungía como Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, un hombre de toda su confianza con perfil, talante y seriedad para este importante cargo. Habrá que ver qué matiz imprime al despacho y si se convierte en el operador político que necesita el presidente.

Olga Sánchez Cordero regresa al Senado por la puerta grande

Tras el indudable éxito como jurista y ser la primer mujer en ocupar la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero ha conseguido un lugar especial en la historia política de nuestro país.

Ahora regresa a su escaño y con el fino trato, la diplomacia y un gran olfato político que la ha caracterizado siempre, logró la Presidencia del Senado de la República.

En su participación en la plenaria de Morena hizo un reconocimiento a Ricardo Monreal, lo trató como líder y se declaró su aliada. La ministra en retiro dio muestra de su calidad humana al reconocer la labor que el zacatecano ha desarrollado frente a los coordinadores y senadores de otros grupos parlamentarios. Nobleza obliga y doña Olga, de esta manera recibió el respaldo de sus correligionarios para la presidencia y reafirmó la unidad y cohesión de Morena en el Senado de la República.

Caso Anaya, caer en el garlito

Deberán ser las instancias judiciales quienes determinen la inocencia o culpabilidad de Ricardo Anaya sobre las acusaciones de procedencia ilegal de su fortuna, las supuestas actividades ilícitas con Emilio Lozoya y veremos cuantos más trapitos salen a la luz en la carpeta de investigación.

Pero el presidente, con ese ímpetu informativo y esos bríos políticos está cayendo redondito en la emboscada jurídico-mediática que le ha tendido el excandidato panista.

Con el uso de las mañaneras para exhibir a Anaya, con la ventilación de datos de la investigación y con los ataques directos del presidente, están convirtiendo el caso que debiera ser, de un político que es acusado de recibir sobornos y que además no tiene forma de justificar lícitamente la fortuna, las empresas y las propiedades que se le adjudican, a un caso de persecución política.

Pero es que muy probablemente esa es la estrategia de defensa que se ha propuesto Ricardo Anaya. Desde la derrota en el 2018 se preveían las consecuencias jurídicas de sus excesos como funcionario público, pero Anaya no se sentó a esperar el citatorio o la orden de aprensión, todo lo contario, inició un ataque permanente, directo, sistemático y provocador que a medida que transcurría el gobierno, crecía en intensidad y en el tono retador hasta llegar a la ofensa personal y a la burla.

Todos los adjetivos peyorativos, todos los insultos y todas las ironías salían en los videos que Anaya subía a redes sociales sobre cada decisión del gobierno.

Pero el presidente no resistió la tentación. En lugar de dejar que las autoridades judiciales hicieran su labor y la ciudadanía se enterara por los causes jurisdiccionales, responde, contrataca, ironiza y exhibe a su otrora adversario.

Muy oportuno y efectivo resultó en su momento aquel comentario en el debate presidencial: “Eres Ricky Riquín Canallín”, eso marcó al queretano y lo dibujará permanentemente de cuerpo entero.

Pero aquel candidato López Obrador ya ganó y ahora es el presidente de México. Es momento de gobernar y ejercer el poder desde la mesura, la justicia y el apego al estado de derecho. Y nunca olvidar una máxima inquebrantable del Estado, (parafraseando a José Aguilar y Maya): El presidente puede tener enemigos, pero no puede ser enemigo de nadie.

POR JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO
@JOSELUISCAMACHO

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