COLUMNA INVITADA

La fragilidad de Pemex

El accidente debería de servir como advertencia, ya que resalta la fragilidad del sistema de producción de la empresa

OPINIÓN

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Jorge Andrés Castañeda / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

El domingo sucedió un nuevo accidente en Pemex. De acuerdo con versiones oficiales, durante las tareas de mantenimiento realizadas por las empresas Cotemar y Bufete de Monitoreo de Condiciones e Integridad —dos contratistas históricos de Pemex— se produjo un incendio en E-Ku-A2, una instalación de compresión de gas y de generación eléctrica que es parte del Centro de Proceso A-Ku-Alpha dentro del activo Ku-Maloob-Zaap (KMZ). Más allá de la trágica pérdida de vidas humanas, este accidente ilustra la fragilidad de la producción de Pemex.

Desde el declive de Cantarell, KMZ ha sido la joya de la corona de Pemex. A diferencia del primero, la producción en KMZ ha sido manejada responsablemente lo que ha hecho que su declive sea menos pronunciado. A junio, según datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, los tres campos de KMZ producen 617 mil barriles de crudo diario, el equivalente a 37% de la producción nacional. Sin embargo, la producción de este megayacimiento, como lo he comentado en este espacio, viene en declive los últimos años. La producción mensual promedio ha caído casi 14% entre enero de 2019 y junio de 2021. Si la producción de Pemex se ha logrado estabilizar es gracias al aumento de producción de campos marginales.

A este declive hay que agregar la fragilidad operativa que resaltó el accidente del pasado fin de semana. El director de Pemex anunció que estaba suspendida la producción de 125 pozos que representaban alrededor de 420 mil barriles diarios por este accidente, que se espera esté restablecida para el próximo lunes. Sin embargo, algo que ha sido poco mencionado es que en el Centro de Proceso Ku- A, donde sucedió el accidente, se procesa un volumen mucho mayor de petróleo. Por este centro pasa un total de 720 mil barriles diarios, 42% de la producción nacional, donde se separa el aceite del agua y del gas asociado. Como resultado de este proceso, el gas se vuelve a inyectar a los pozos para mantener la presión que les permite seguir produciendo, y el aceite se va a la Terminal Marítima Dos Bocas para ser enviado a las refinerías o ser exportado.

Por fortuna, parece que el accidente no afectó el enlace E-Ku-A1 donde pasa lo anterior, sino el Enlace 2. La bala estuvo cerca, pero parece que la esquivamos. Más allá de las pérdidas millonarias que implicará la suspensión de producción habrá que evaluar más adelante si la interrupción de la inyección de gas no tiene consecuencias sobre la presión de los pozos y por tanto sobre la capacidad de producción de KMZ y por ende de Pemex. Pero hay algo más preocupante, este accidente debería de servir como advertencia, ya que resalta la fragilidad del sistema de producción de Pemex. Depende en gran medida de un megayacimiento en declive y opera con plataformas que tienen casi 40 años.

Estos problemas no son de ahora, vienen de tiempo atrás. Lo que es un hecho es que los accidentes en Pemex parecen hacerse más recurrentes. Más allá de los problemas financieros, la operación de Pemex también presenta riesgos importantes y no son de ahora.

POR JORGE ANDRÉS CASTAÑEDA
COLABORADOR
@JORGEACAS

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