ANECDOTARIO

"La turista iracunda"

Las primeras señales de que el verano está menguando han comenzado a evidenciarse

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdotario / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Las primeras señales de que el verano está menguando han comenzado a evidenciarse. Las cigüeñas se están agrupando para emprender el vuelo hacia sus futuros destinos en el otoño.

Y con ello terminan las vacaciones y viene la vuelta al trabajo, al colegio y a la rutina de vida diaria. Pero ¿Cuántas experiencias nos dejan los días de descanso? Los recuerdos de los viajes nos acompañarán por siempre.

Hace un tiempo unos días antes de que concluyera el verano vacacionaba con mi mamá en Praga. Estábamos encantadas recorriendo una de las ciudades más bellas del mundo y disfrutando de un tiempo de madre e hija como hacía mucho no lo hacíamos.

Una tarde paseábamos por el centro de la ciudad, cerca de donde se ubica el Reloj Astronómico de Praga -una de las principales atracciones turísticas- y entramos a una pequeña cafetería a tomar un helado porque hacía calor.

Era un lugar pequeño, con pocas mesas, pero muy concurrido.

Habíamos caminado tantos kilómetros planchando la ciudad ese día necesitábamos y merecíamos una tregua.

Tuvimos la suerte de poder sentarnos en una de las mesas que estaba cerca de la entrada del establecimiento y con vista frontal a la barra donde servían los helados y cafés.

Era una típica vitrina de vidrio con tope de aluminio desde donde se podían ver todos los sabores de los helados. La barra de encima estaba adornada con un jarrón lleno de flores frescas y un altero de platos blancos de porcelana.

Nuestra estancia en el café era muy amena porque veíamos simultáneamente lo que sucedía en la calle y a toda la gente que entraba y salía después de recibir su helado en la barra. Observar suele ser un pasatiempo tan entretenido como revelador.

Lo que nunca se nos ocurrió pensar es que nuestro gran momento de deleite se vería interrumpido de forma abrupta y violenta en un par de segundos.

Desde la parte trasera del restaurante escuchamos a unas mujeres gritando.

Apareció entonces una de las camareras, y aunque no entendíamos el idioma, nos dimos cuenta de que había un problema porque se quejaba enfáticamente con muchos aspavientos.

A los pocos segundos vino detrás de ella una mujer que comenzó a gritarle en español que si  no le daba la gana, no tenía por qué dejarle ni un céntimo de propina. Así fue como entendimos que la disputa era porque a la camarera le había disgustado la falta de reconocimiento a su servicio.

Ante nuestra mirada tan gélida como la de los helados, transcurría la escena dantesca que fue subiendo de color y de tono.

Cada una, en su propio idioma, no guardaba prudencia alguna y soltaba improperios que iban de ida y vuelta sin entenderse una a la otra.

De pronto la camarera soltó la palabra mágica: ¡Policie! y entonces comenzó la verdadera guerra…CONTINUARÁ…

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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