MIRANDO AL OTRO LADO

Descompuesto

“Descompuesto” es la palabra objetivante que se me ocurre describe con mayor precisión el estado en que se encuentra el país de México, hoy

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Descompuesto” es la palabra objetivante que se me ocurre describe con mayor precisión el estado en que se encuentra el país de México, hoy. Las instituciones estatales están en una situación de desarticulación, sin rumbo fijo y enfrentadas entre sí. La gran mayoría de los funcionarios públicos federales no se atreven a hacer su trabajo confiando en que cuentan con el apoyo del Presidente. Él descalifica públicamente a sus cercanos, igual que los lejanos, con enorme desprecio y facilidad. Existe temor, desconfianza e incredulidad en las filas de los empleados públicos. La traición personal y de grupo abunda, al igual que la corrupción.

Fuera del ámbito del gobierno el estado de ánimo social es de agravio y polarización extrema. Nadie está feliz. Los niveles de desconfianza hablan de una población inconforme pero indecisa e incierta. El abismo entre el optimismo desbordante de la narrativa pública del Presidente, y la realidad deprimente de escasas oportunidades y posibilidades de sobrevivencia que enfrenta la gente en sus vidas cotidianas alimenta el enojo, el cinismo y la apatía desarticulada. La sociedad ya no mira hacia el Estado ni el gobierno para encontrar solución a sus crecientes dificultades, incluyendo la creciente e implacable pobreza.

Las promesas que hizo el Presidente durante sus múltiples campañas electorales sobre una gran renovación de la sociedad, de su ética y de la convicción de avance en la solución de los grandes problemas nacionales son, ahora que gobierno y no resuelve los problemas del país, palabras y promesas vanas. La diferencia entre las palabras y los hechos es tan grande que cunde la convicción de que no habrá manera de reducir el abismo que existe. El Gran Merolico vendió todo lo que traía en sus maletas, y más, solo para dejar al descubierto que, cuando le tocaba producir resultados, no traía ni idea ni plan de cómo lograrlo.

Entonces sacó de la chistera un juguete de gobernanza que asegura le encanta a la gente: el resentimiento. Para dar tiempo a que cuajaran sus esperados logros, el Presidente decidió jugar a fondo la carta de promover lo que pretende sean los históricos resentimientos de los mexicanos, con la idea de crear un circo y divertimento popular. Y efectivamente son muchos los resentimientos que habitan en el pecho mexicano. Ha jugado la carta contra las mujeres (incluso muchas mujeres se identifican con ese resentimiento, por desgracia nuestra), contra los españoles con la afirmación de “nosotros los mexicas” (¿?) que sufrimos la represión, la muerte y la tristeza por culpa de esos invasores.

También contra los Estados Unidos que igualmente nos ha agredido y lo sigue haciendo, al supuestamente considerarnos su jardín trasero. También ha incentivado el resentimiento contra los inversionistas extranjeros, como si fueran saqueadores del oro mexicano del Siglo 14. ¿Y qué se puede decir del resentimiento en contra de los empresarios mexicanos y sus aliados inconformes y aspiracionistas de la clase media mexicana? Según reza la narrativa presidencial, todos seguramente son ladrones, deshonestos y racistas.

Luego, y no contento con ello, nos pide odiar a los ex Presidentes por sus (indudables aunque nunca explicitados ni probados) delitos del pasado. Y también, ¿por qué no?, es preciso fomentar el desprecio y resentimiento contra aquellas personas que, sin honor ni ética, se dedican a la ciencia, la investigación y la generación de nuevas tecnologías. Ellos deben ser reprobados, por conductas de ociosidad y subordinación a la importación de conocimientos de otras latitudes del mundo, donde sólo enseñan a robar y saquear.

Y ya que hablamos de ociosos que sólo se sirven a sí mismos, ¿qué tal los llamados “intelectuales”? Habría que construir un patíbulo especial para ellos, donde el público pudiera regocijarse mientras sus cabezas ruedan, escalinata abajo, sin percatarse que mañana podrían rodar las cabezas de público aplaudidor. ¿Si los Aztecas lo hacían, por qué no nosotros, si somos sus herederos directos?

Ahora nos informan que todos debemos “arriesgarnos” algo. Eso incluye iniciar clases escolares, a como dé lugar, sí o sí, aunque estemos en el pico de una pandemia y sin medidas reales de cuidado, higiene y equipamiento. Todo eso cuesta mucho dinero, mismo que no se ha adjudicado a esa tarea. Dice UNICEF que el mundo aplaude a México por su valentía. ¿De verdad somos los más valientes, o los más tontos?

Si comparamos nuestro sistema de salud (que imita al sistema de salud en Dinamarca, AMLO dixit) con el sistema educativo, estamos ante el reto de descubrir cuál está en peor estado. Realmente la moneda está en el aire, con esa pregunta que sólo genera dudas. Porque con el gobierno actual los recursos de mantenimiento y equipamiento para salud y educación fueron sacrificados para construir un tres en el sureste, una refinería en Tabasco, un aeropuerto, pagar otro aeropuerto que ya no se construyó y salvar a PEMEX de una quiebra quizá inevitable de todas maneras.

El sistema de salud está en quiebra técnica, al igual que el sistema educativo nacional. El Presidente piensa que con que él ordene, las cosas se resuelven. La sorpresa es que no, así no se resuelven las cosas. Las cosas se resuelven anticipando conflictos a futuro y haciendo la programación correspondiente del gasto público. Solamente así, y no porque el Presidente lo ordenó.

¿Y qué decir del crimen organizado? Las cifras son muy claras. Estamos viviendo un matazón en México. Los periodistas muertos lo sabían, y los vivos lo saben. El Presidente lo niega, encubriendo algo terrible para el futuro: se asoma la cabeza del Estado narco en México, impulsado por AMLO y la 4T. Este hecho va a tener consecuencias terribles para México, mientras el Presidente fantasea sobre el paraíso perdido de Tenochtitlán.

Lo que este texto describe es un país descompuesto. Muy dura va a ser la tarea de reconstrucción de México después del ocaso que viene de la 4T y su aventura fallida. Esa reconstrucción va a requerir de mucha inteligencia, capacidad de conciliación y, desgraciadamente, sacrificios a la luz del desastre que dejará este gobierno. 

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
@RPASCOEP

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