COLUMNA INVITADA

Afganistán: los costos pendientes

Hace dos semanas, en este espacio, anticipábamos la situación que vive Afganistán con la retirada de Estados Unidos

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace dos semanas, en este espacio, anticipábamos la situación que vive Afganistán con la retirada de Estados Unidos. La guerra había alcanzado un punto de no retorno que imponía la necesidad de replegarse, de dar paso a nuevos equilibrios regionales y de cuestionar la intervención armada como instrumento de política internacional. Ahora, sin una fuerza aliada que lo contenga, el movimiento Talibán se ha apoderado del país en cuestión de días. 

Si bien es prácticamente un consenso, tanto entre especialistas como en la opinión pública, que la salida estadounidense era inevitable, tras dos décadas de una presencia militar cada vez menos sostenible, es la forma en que las tropas estadounidenses salen del país la que deja un mal sabor de boca. Las imágenes de los aviones estadounidenses dejando atrás a cientos de civiles aliados han dado la vuelta al mundo. 

En política, todas las decisiones tienen costos. Los republicanos, por ejemplo, han aprovechado esta situación para criticar a la administración demócrata del presidente Biden, aunque los efectos en las preferencias electorales aún están por verse. Sin embargo, vale la pena analizar los costos y efectos de esta salida de tropas en el escenario global. 

En primer lugar, la forma en que Estados Unidos abandona Afganistán tendrá un enorme costo reputacional en un momento en el que se ha planteado volver a proyectarse como el indiscutible líder global de Occidente; pero, sobre todo, en términos de su credibilidad frente a aliados y adversarios. Tras las lamentables escenas del aeropuerto de Kabul, por ejemplo, ¿aliados como Taiwán podrán confiar en el respaldo estadounidense ante una hipotética agresión de China

Para sus adversarios, la mala ejecución de la retirada da cuenta de los errores de cálculo de la inteligencia estadounidense, que sobreestimó la capacidad del ejército afgano para resistir a la insurgencia de los talibanes, a quienes subestimó. Tanto, que el presidente Biden anunció el despliegue de 6 mil elementos estadounidenses para asistir en la evacuación de connacionales, así como la salida de personal afgano que colaboró con las tropas aliadas. 

Para las y los afganos que apoyaron a las fuerzas estadounidenses, el costo resulta incalculable. Durante la guerra, la OTAN trabajó con miles de colaboradores –en su mayoría intérpretes– que, junto con sus familias, hoy temen las represalias que los extremistas puedan emprender en su contra; muchos de ellos aún esperan la aprobación de las visas que les permitan ingresar a Estados Unidos. 

Sin embargo, quizás el costo más alto de todos lo pagará el pueblo afgano; particularmente las mujeres, así como las minorías étnicas y religiosas, que ahora tendrán que padecer las consecuencias de un régimen fundamentalista que echará abajo muchos de los logros de los últimos 20 años, como el hecho, tan sencillo y significativo, de que las niñas puedan acudir a las escuelas. 

Hoy Afganistán vive los primeros momentos de una crisis humanitaria y de derechos humanos que, con una planeación adecuada, pudo haberse evitado. El gran costo pendiente es, precisamente, el de no haber logrado evitarla. 

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA POR EL PRI
@RUIZMASSIEU

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