LA NUEVA ANORMALIDAD

La traición de (y a) Paty Navidad

Algunos vivales han creado perfiles falsos a su nombre en los que se arrepiente de sus dichos y hace un acto de contrición que sería moral y socialmente útil si no fuera (otra vez) fake news

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / Pensar joven / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En tiempos menos mortíferos, Manuel Puig podía titular una novela la La traición de Rita Hayworth y hacer que esa deslealtad no fuera sino la de la ficción que nunca cumple con las expectativas de redención que le conferimos: Rita Hayworth no es para Coco, el protagonista, un ente con el que pueda interactuar sino un constructo cultural –hecho de sí misma pero también de la técnica de directores, guionistas, fotógrafos, maquillistas, peinadores, vestuaristas y publicistas– que, en la pantalla, traiciona el código de bondad, belleza y virtud que el espectador ha proyectado en ella y rompe sus ilusiones pero en modo alguno atenta contra su integridad física. Coco –que no es sino el alter ego de Toto, apodo real del niño cinéfilo que fue Puig– podrá ver su ingenuidad perdida, llorará algunas lágrimas pero gozará de larga vida para escribir novelas magistrales en que lamente la inocencia desengañada.

En los tiempos del Covid19, el amor que cultivamos por las estrellas de la pantalla es cosa más perniciosa: (sobre)expuestas en redes sociales, traspasan la ficción para opinar sobre toda suerte de cosas, incluidas aquellas de las que no saben. Tal habría de ser el caso de Paty Navidad, quien merced a Instagram y Twitter pasaría de ser la que tenía una bolita que le subía y le bajaba o, en el peor de los casos, la mala de la telenovela a una poderosa influencer abocada a diseminar fake news y seudociencia sobre la pandemia que hoy vivimos. Proclive a las teorías de la conspiración, Navidad dedicaría meses a popularizar la idea de que el virus no tendría origen orgánico sino ingenieril, derivado de un complot político internacional para controlar nuestras mentes y carteras, y que la vacuna para protegerse de él contendría en realidad un chip para rastrear nuestros movimientos. Nunca podremos saber cuántas personas pusieron en riesgo su vida y las de otros por atender su liderazgo digital pero con una basta para que su efecto haya sido pernicioso.

Proscrita de las redes sociales por su comportamiento, Paty Navidad está hoy hospitalizada tras contagiarse de Covid19 y, según reportes periodísticos, su situación de salud es grave, lo que a nadie debe alegrar. Por si fuera poco, algunos vivales han creado perfiles falsos a su nombre en los que se arrepiente de sus dichos y hace un acto de contrición que sería moral y socialmente útil si no fuera –otra vez– fake news.

Mal está que una persona abuse de su fama para difundir información que pone vidas en riesgo. Pero también mal está que pierda su derecho a la libre expresión –e incluso su voz– aun cuando haya abusado de su fama para difundir información que pone vidas en riesgo. El problema es de buenas prácticas en redes sociales y abreva de lo ético, lo empresarial y acaso lo jurídico.

Es un debate que urge dar.

POR NICOLÁS ALVARADO
COLABORADOR
@NICOLASALVARADOLECTOR

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