COLUMNA INVITADA

¿Más pobres, pero mejor acceso al agua en la vivienda?

La reducción de la brecha de desigualdad, el cuidado del recurso y asegurar su acceso nos compete a todos y todas

OPINIÓN

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Fernanda Hermosillo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Recientemente el Coneval publicó las nuevas cifras de pobreza en México, siendo 55.7 millones de pobres en el país, 3.8 millones mas que en el 2018. Se considera a alguien pobre cuando esa persona tiene al menos una carencia social y su ingreso no alcanza para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias. Nos referimos a carencia social, cuando hablamos de rezago educativo, acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos de esta y a la alimentación nutritiva y de calidad.

Según los nuevos datos publicados por el Coneval, aumentó la pobreza pero se redujo la carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda a nivel nacional, siendo esta una de las pocas que disminuyó. Dicha dimensión la componen cuatro subcararencias: agua, drenaje, luz y combustible para la vivienda.

¿Realmente estamos mejor en este sentido?

Tomemos el caso de la subcarencia por acceso al agua, se considera que una persona tiene esta subcarencia, cuando obtiene el agua de un pozo, río, lago, arroyo, pipa; o bien, el agua entubada la obtienen por acarreo de otra vivienda, o de la llave pública. Según los datos del Coneval de 2020, el promedio nacional dice que la subcarencia disminuyó, sin embargo, existen disparidades regionales fuertes en el desarrollo social de México y el acceso al agua en la vivienda es un claro ejemplo de esto.

Tomaré los datos de cuatro estados, Oaxaca y Chiapas, considerados entre los más pobres del país con  75 por ciento y 62 por ciento de la población en situación de pobreza; y Nuevo León y Sinaloa, donde  24 por ciento y 28 por ciento de su población son pobres. En el caso de Chiapas, de 2018 a 2020, incrementó  17.8 por ciento la población sin acceso al agua. En Oaxaca, se reportó un incremento de 9.3 por ciento. Muy distinto es el caso del segundo grupo, Nuevo León y Sinaloa, en donde hubo una disminución de 21 por ciento y de 26 por ciento respectivamente.

¿Estamos haciendo algo por garantizar el acceso al agua potable? ¿Lo estamos haciendo equitativamente?

Otro caso que nos demuestra que no es así, es el de los casi 7 millones de personas hablantes de lengua indígena, en donde hubo un incremento de 1 por ciento en la subcarencia por acceso a este recurso, siendo  67.4 por ciento de ellos quienes no tienen acceso al agua. Esto prueba que los grupos poblacionales más vulnerables no mejoran y que la brecha de desigualdad económica en el país continúa creciendo.

Quizá haya estados en donde, en servicios básicos hemos mejorado pero es claro que seguimos sin poder llevar agua a los lugares donde nunca ha habido. Habrá que analizar qué están haciendo aquellos estados que han logrado reducir la subcarencia y si es que es porque están destinando el presupuesto suficiente para brindar agua a quienes no tienen.

¿Qué pasaría si los sectores público, privado y la sociedad civil generáramos valor para favorecer el desarrollo económico y social de las comunidades donde coexistimos? Las vinculaciones con propósito pueden construir proyectos sostenibles que fomenten el desarrollo social de todos las y los mexicanos y que nos permitan resolver cosas tan complejas como la falta de agua.

La reducción de la brecha de desigualdad económica así como el cuidado de este recurso y asegurar su acceso nos compete a todas y todos.

FERNANDA HERMOSILLO
INTERNACIONALISTA Y ESPECIALISTA EN INVERSIÓN SOCIAL

dza