COLUMNA INVITADA

La silla presidencial y el séptimo pasajero

No había transcurrido ni un mes después de las elecciones del 6 de junio cuando el juego por la silla presidencial comenzó y no fue precisamente el presidente de la República quien dio el banderazo de salida “formal”

OPINIÓN

·
Facundo Rosas / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No había transcurrido ni un mes después de las elecciones del 6 de junio cuando el juego por la silla presidencial comenzó y no fue precisamente el presidente de la República quien dio el banderazo de salida “formal”.

El primer round tuvo como escenario el auditorio nacional el 1° de julio de este año y no contó con la presencia del líder del partido en el poder, para que la hiciera de referee.

A este primer ejercicio de “destape” no asistieron todos los que están ni todos los que son, tampoco todos los que pueden ni todos los que quieren, sin embargo dejó en claro que el que pega primero, pega dos veces. Me refiero a la jefa de gobierno de la CDMX, quien tras la porra de “pre-si-den-ta, pre-si-den-ta”, levantó las manos efusivamente en señal de triunfo, más que de agradecimiento.

Fue tan evidente que el evento convocado por Mario Delgado tenía como finalidad que Claudia Sheinbaum se luciera ante los casi 4 mil militantes de Morena y gobernadores electos como una mujer exitosa y querida, que no acudió ni el presidente de la República ni Marcelo Ebrard, quien curiosamente viajó a Francia por temas que pudo haber desahogado algún subsecretario e incluso un embajador, pero la idea parece ser que lo querían lejos.

Además no estuvo presente Ricardo Monreal, con quien la jefa de gobierno contendió por la candidatura para la CDMX en agosto de 2017 y la encuesta para elegirla no lo dejó del todo convencido, por lo que dijo “luchar contra la nomenclatura no es fácil”.

En este ambiente de celebración la preferida del presidente López Obrador para sucederlo en Palacio Nacional se dejó querer y abandonó momentáneamente la figura de funcionaria cuestionada por su papel en el accidente de la línea 12 del Metro para dar paso al doble festejo, por el triunfo de Morena hace 3 años y por su “destape” adelantado.

Cuatro días después del evento del auditorio y ante la presión ejercida en su pecho que no es bodega, el presidente de la República dio a conocer los nombres de los 6 “presidenciables”, mejor dicho de los restantes 5 porque Claudia Sheinbaum ya estaba destapada y como tal la nombró como primera de la lista.

Pese a lo lejano del 2024 el autobús llamado Morena, con sus 6 pasajeros completos a bordo, comenzó su travesía rumbo a la elección presidencial, solo que se les olvidó incorporar al séptimo pasajero que para mayores señas su nombre comienza con R de Ricardo y su apellido con M de Monreal y este hecho aparentemente insignificante les traerá serios dolores de cabeza más pronto que tarde, incluso podría significar la primera ruptura de Morena y sus aliados para irse a competir por otro partido.

Ya adelantó que quiere suceder a López Obrador y que de cualquier manera trabajará arduamente para lograrlo. Una vez definido quien representará los colores de Morena en 2024, solo resta aguantar los embates de la oposición y el vendaval interno, porque más de uno de los 6 elegidos querrá estar cerca de los afectos del gran designador por cualquier cosa que se ofrezca, sobre todo porque el recorrido aún es largo, tedioso y desgastante, algo así como un ultramarathón de los que describe Haruki Murakami en uno de sus libros más disímbolos.

Como se dice al arranque de cualquier carrera de medio fondo y fondo, que gane el mejor.

POR FACUNDO ROSAS.
EXCOMISIONADO DE LA POLICÍA FEDERAL

MAAZ