México como deporte y ahora liderado por el Gobierno tiene como eje pelearse con el pasado y el presente. Este es nuestro veneno que hoy se disfraza de consulta para enjuiciar expresidentes o #QuienEsQuienEnLasMentiras; y cobra fuerza mortal cuando la única forma de ver el futuro es la sucesión presidencial o hablar de la siguiente reforma legislativa que, normalmente, solo sirve para alimentar la grilla del momento. ¿Estamos condenados?
Lo estamos si seguimos respirando por la herida, pero siempre hay una salida: entender que el futuro no llega, sino que se construye y el primer paso es analizar hacia dónde esta caminando el mundo sin importar lo que se alcanza a ver desde Palacio Nacional; en especial a partir de análisis que conjugan tendencias de cada sector con su impacto en la economía. Aquí algunos ejemplos.
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En el sector salud la expectativa de expertos es que la cura para el cáncer esté a la vuelta de la esquina a través de terapia celular y que terapias derivadas de pruebas genéticas tienen la posibilidad de extender la esperanza de vida. También que Estados Unidos deje de ser el eje de las innovaciones farmacéuticas frente a la matriz de enfermedades que enfrentan otras potencias económicas como China (El Mundo en 2030, Capital Group).
¿Qué representará el Covid más allá de las trágicas muertes? De acuerdo con analistas este virus podría significar el parteaguas para modificar los costos de salud, educación y vivienda (Ídem).
Sobre este tema quiero insistir en que la prioridad global sobre la vacuna debe reenfocarse y moverse al tratamiento. Se habla de que en México la tercera ola está tocando a nuestras puertas, pero poco de que muchos de los infectados ya habían sido “inoculados” y que también necesitan un tratamiento eficaz.
La escasez de semiconductores tiene en vilo al mundo, en especial a las automotrices en lo nacional al ser una de las principales industrias de México, pero es un problema global. Este impase debe dejarnos una lección: estamos en manos de los productores de chips. Esto es negocio para quienes los produzcan, pero también en el sector financiero pues estas empresas serán clave para los portafolios de inversión, la razón es simple: bienes escasos con demanda en aumento.
El mercado inmobiliario tanto de oficinas como de hogar cambian. Hoy los corporativos y oficinas se debaten entre regresar al modelo anterior, hacer uno híbrido o seguir bajo el esquema home office. Esto cambiará la estructura y dinámica de nuestras ciudades, pero incluso las condiciones para aceptar un trabajo. Las renuncias por negativa a regresar a la oficina van en aumento y esto ya representa un reto para la retención de talento.
Podemos resistirnos al cambio o justificar, como lo hizo la secretaria y ahora presidenciable, Rocío Nahle, la compra de la refinería porque hoy necesitamos ese producto, pero con todo y freno gubernamental la transición a energías limpias es inevitable simplemente porque sus costos de generación están bajando y la productividad y eficiencia van en aumento. De acuerdo con el New Energy Outlet 2020 de Bloomberg para 2050 representará el 74% de la matriz global.
Donald Trump ganó por una verdad: la infraestructura de Estados Unidos estaba en caída. Tan certero fue el diagnóstico que hoy es la apuesta de Joe Biden. Infraestructura es para Estados Unidos lo que innovación es para nuestro país. La razón es simple, es la única forma en la que en el mediano y largo plazo generemos verdadero valor. La infraestructura se vuelve innecesaria si carece de ella.
El destino de México no depende de uno, el que esta o el / la que venga. Ese debe de ser la primera cadena que romper, de lo contrario, será cadena perpetua.
POR ÓSCAR SANDOVAL
CONSULTOR, SOCIO DE 27 PIVOT
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@OSANDOVALSAENZ
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