América Latina parece en la antesala de un nuevo giro a la izquierda, aunque tal vez más cercano a los tintes rosa democrático de Evo Morales o Luiz Inácio Lula da Silva que al rojo autoritarista de Daniel Ortega o Nicolás Maduro.
La señal más reciente es el triunfo de Pedro Castillo, en Perú, que proveniente de un pequeño partido marxista acabó por encabezar una coalición que se impuso a la alianza de grupos de derecha que apoyó a Keiko Fujimori.
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Pero el triunfo fue estrecho, por apenas 45 mil votos, y lo obliga a gobernar con el concurso de un Congreso unicameral, en el que 130 diputados, incluso cuatro independientes, representan a 11 grupos.
Uno de sus primeros movimientos, reconfirmar a Julio Velarde como presidente del Banco Central del Perú, tuvo la meta específica de reiterar el compromiso de mantener el equilibrio fiscal, mejorar la calidad del gasto público, promover las inversiones y respetar la independencia y autonomía del BCRP (Banco Central).
En otras palabras, gobernar con el centro, como tendrá que hacer el chileno Daniel Jadue, candidato comunista a las elecciones presidenciales de Chile en noviembre.
La victoria de Castillo, el probable triunfo de Jadue, señalan la irritación y las ansiedades de las poblaciones, reflejadas también en la elección del argentino Alberto Fernandez y el renovado, aunque relativamente disminuido triunfo de Morena en México, con el presidente Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, en las elecciones de medio término.
El esperado retorno de Luiz Inácio Lula da Silva al poder en Brasil, el próximo año, dará mayor impulso a la idea del giro a la izquierda. Pero...
¿En qué medida ese vuelco es fruto de convicciones o del hartazgo de la población con una situación determinada? ¿Hasta qué grado depende de que los gobiernos cumplan sus promesas?
Son preguntas importantes, especialmente en países como los latinoamericanos, donde hay una profunda división ideológica y a gustar o no, las visiones "clasemedieras" llevan a una mayor conciencia de las situaciones económicas, de corrupción y violencia.
Qué porcentaje de los votos que benefician ahora a los partidos de izquierda son producto de la insatisfacción con lo hecho por los regímenes en el poder es un tema a debate; ahí están para el análisis el papel que la imagen autoritaria de Fujimori tuvo en el voto por Castillo, o hasta que grado el triunfo de Fernández reflejó el fracaso económico del gobierno conservador de Mauricio Macri.
El brutal manejo de la pandemia de COVID-19 en Brasil, la percepción de crisis política en Chile, tendrán un impacto probable en las posibles victorias de Da Silva y Jadue.
Hace 15 años se hablaba de una "marea rosa" y ahora parece de regreso. Hasta donde llegue dependerá de sus practicantes y del control de los instintos de sus sectores más autoritarios.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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