ARTICULISTA

Kusama. Naturaleza cósmica

De origen japonés, desde la década de 1940 ha trabajado obsesivamente en el desarrollo de una extensa producción que incluye pintura, escultura, dibujo y collage, además de sus instalaciones inmersivas que transportan al espectador a su particular naturaleza cósmica

OPINIÓN

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Bernardo Noval/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Para la artista Yayoi Kusama, un lunar fue su salvación. 

A finales de los años 50, después de crear obras poéticas y semiabstractas en papel, comenzó su serie Infinity Net; pinturas extraordinariamente originales, que se distinguen por la repetición obsesiva de pequeños arcos pintados que siguen patrones rítmicos. En su autobiografía, la artista recuerda: “para un arte como el mío –arte que combate en la frontera entre la vida y la muerte y que cuestiona lo que somos y lo que significa vivir y morir– [Japón] resultaba demasiado pequeño, demasiado servil, demasiado feudal y demasiado desdeñoso con las mujeres. Mi arte necesitaba una libertad más ilimitada y un mundo más amplio”.

En 1957, Yayoi se traslada a Nueva York y aquí conoce a Andy Warhol, Claes Oldenburg y Joseph Cornell. Este evento constituyó un parteaguas en su carrera, pues su producción se vio influida por el expresionismo abstracto, empleó otros medios de expresión y se unió a la corriente del Pop Art. Durante esta época, realizó enormes lienzos titulados Infinity Net Paintings, que son obras cubiertas por pinceladas que parecen repetirse sin descanso, elaboradas en un solo color sobre un fondo contrastado. 

Cuando empezaba a disfrutar de cierto reconocimiento, volvió a cambiar de enfoque e inició sus primeras esculturas. Arraigadas en la técnica obsesiva de las Infinity Nets, las llamadas Accumulation Sculptures incluían elementos cotidianos cubiertos por una proliferación de formas repetidas, pues una de las obsesiones permanentes de Yayoi Kusama ha sido la representación del espacio infinito.               

La artista usó los espejos por primera vez en la instalación Infinity Mirror Room – Phalli’s Field de 1965, y desde entonces las superficies reflectantes se han convertido en un elemento recurrente de su obra. Por otro lado, los collages de esta época dejan ver su conexión con el artista americano Joseph Cornell, a quien conoció a principios de los años 60. Estos contienen recortes de revistas y materiales encontrados que Cornell dio a Kusama antes de que esta dejara América y, en parte, fueron concebidos como una elegía a Cornell, cuya muerte en 1972 le había afectado profundamente.

El marcado carácter psicológico de su obra siempre ha tenido como contrapeso toda una gama de innovación y reinvención formal que le permite compartir su singular visión con un público amplio. A través de un espacio reflejado hasta el infinito y los lunares obsesivamente repetidos, Yayoi convirtió estos elementos en su seña de identidad, los cuales la volvieron famosa, llevándola también a recibir grandes reconocimientos, como el “Praemium Imperiale”, uno de los galardones más prestigiosos de Japón para artistas reconocidos internacionalmente.

En 1973, Kusama regresó a Japón y desde 1977 vive por voluntad propia en una institución psiquiátrica. En la última década ha creado muchos de estos entornos a gran escala en los que los espectadores pueden internarse.            La artista sigue activa y sus obras continúan impactando a quien las admira y se inserta en ellas.         

POR BERNARDO NOVAL
CEO MUST WANTED GROUP
@BERNIENOVAL / @MUSTWANTEDG

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