México ha vuelto a ocupar el lugar que nunca debió perder. Acostumbrados a mirar solo al norte del río Bravo —fundamental, pero insuficiente—, se abandonó la relación con AL y el Caribe. El presidente López Obrador lo trazó como ruta al inicio de su sexenio, el canciller Ebrard ha estrechado vínculos vía la cada vez más estratégica subsecretaría para AL y el Caribe de la SRE, que encabeza Maximiliano Reyes.
Los episodios de acercamiento se acumulan. Del envío de vacunas contra COVID a países de la región, a la puesta en marcha de programas sociales en Centroamérica, o la llegada de personal médico cubano durante la pandemia. Pero quizá nada ilustra mejor la posición de liderazgo que se ha retomado, que lo ocurrido el sábado en el Castillo de Chapultepec.
México logró convocar a todos los países de la región —incluso los que arrastran añejos conflictos entre sí, como Colombia y Venezuela—. El encuentro no solo era clave para el liderazgo regional, sino estratégico para el presidente que, frente a cancilleres, vicecancilleres y embajadores, avanzó en su intención de una AL cohesionada, con nuestro país como protagonista.
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La OEA se saboteó a sí misma. Se cargó hacia un bando. Dejó de ser representativa. Más allá de que lo diga AMLO, están los hechos. Fue fundada con el objetivo de lograr entre los Estados miembro "fomentar solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia" (Artículo 1, Carta de la OEA), pero está lejos de eso. Es parcial y se encuentra sometido a EU.
"No debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo autónomo, no lacayo de nadie sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto (…). La propuesta es construir algo semejante a la Unión Europea", afirmó teniendo a ministros de relaciones exteriores como testigos, al conmemorar el 238 aniversario de Simón Bolívar.
Y ya encarrerado, fustigó la intromisión de EU: "Sería un grave error ponernos con sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”. El presidente, que lució desenvuelto, sembró un mensaje transformador.
La operación de Ebrard y Reyes, derivó en acuerdos, más allá de diferencias políticas naturales: llevar ante el G20 y el Consejo de Seguridad de la ONU —que México preside—, una propuesta Latinoamericana sobre acceso universal a vacunas; reactivación económica y cambio climático; creación de un fondo para enfrentar desastres y contingencias; y firma del documento para la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio.
El encuentro en Chapultepec, en el marco del natalicio de Bolívar y la reunión de la Celac, puede convertirse en un hito para la región, bajo el liderazgo mexicano. Veremos.
Off the record
En el mismo sitio, ante el mismo auditorio, convocados por Ebrard y la cancillería, Sheinbaum y Monreal. Ese también es mensaje.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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dza