MALOS MODOS

Una mañana en el parque de diversiones Aztlán

Exultante, el niño le enseña a su padre una piñata con la forma de la Coatlicue. Es el premio por herir a Pedro de Alvarado

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Llega la criatura feliz, de la mano de sus padres, y lo primero que se encuentra es a un empleado del Gobierno de la CDMX vestido de caballero águila, que dice: “Bienvenidos a Aztlán. Como las vacunas, la entrada es gratuita, gracias al Huey Tlatoani, licenciado Andrés Manuel López Obrador”.  

Le esperan un mundo de diversión y una lección de
historia patria. “¿Sabías que en el tlatoani se reunían las funciones del rey y el supremo sacerdote, por el mismo salario? —explica el empleado del gobierno—. Nuestros antepasados pusieron las bases de la austeridad republicana. Lamentablemente, después llegaron los españoles a imponer el neoliberalismo”.

La antigua Feria de Chapultepec está muy cambiada. “¿Pusieron a Noroña en toalla?”, se pregunta la madre de la criatura, sorprendida, pero no: es la figura de un muerto con taparrabos, que te da la bienvenida al “Viaje a Mictlán”, en lo que antes fue la casa de los sustos. “Conoce el prodigioso inframundo de los mexicas”, invita un letrero muy IMSS años 70. 

No hay tiro al blanco, pero puedes dispararle flechas de plástico a los invasores y replicar aquella masacre súper chida de españoles en “La Noche Victoriosa”, antes conocida como “Triste”. Exultante, el niño le enseña a su padre una piñata con la forma de la Coatlicue. Es el premio por herir a Pedro de Alvarado.

Los altavoces no paran. Con esa voz traída del México profundo, impregnada de tristeza milenaria pero también, claro, de esperanza, Eugenia León entona “La maldición de la Malinche”, la canción de Gabino Palomares: “Iban montados en bestias/ como demonios del mal./ Iban con fuego en las manos/ y cubiertos de metal”. Una letra muy vigente. Hoy, los de Iberdrola y los de Repsol hacen exactamente lo mismo.

La criatura no puede contener la emoción. En “Aprende historia con el tío Andrés”, diseñado por la Agencia de Innovación Digital, agarra el mouse de una Compaq 1995 que antes usaban en la Secretaría de Economía, hace clic en “Benito Mussolini” y aparece nuestro tlatoani ante la ONU: “Benito Juárez fue tan importante que…”, explica, como una aportación a la sabiduría del mundo. Pero hay más: Morelos, Porfirio Díaz, Zapata, obtienen, por fin, su lugar en la historia en voz del líder. Inolvidable.

Como cereza del pastel, lo más esperado: ya es grande, y la criatura puede subirse al “Paseo con Quetzalcóatl, la serpiente emplumada”. 

“Está bonito —se dice el padre—, cómo pintaron los carros de la Montaña Rusa. Me recuerda a las viejas papelerías”, piensa con nostalgia de aquellos tiempos: “Buenas tardes, señor. ¿Me da una monografía de los aztecas?”. La cola es larga, pero la ocasión lo amerita. 

Veinte minutos después, les toca, por fin, turno. Nada más sentarse en el carro, se va la luz. 

Hubo una quema de pastizal, explicará al día siguiente Manuel Bartlett.

POR JULIO PATÁN
JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 
@JULIOPATAN09

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