COLUMNA INVITADA

¿Ordenar su biblioteca?

Una importante reflexión que, para mi gusto, nos aporta el autor, es que el libro, como la cuchara, pertenece a esa clase de objetos que son inventados de una vez y para siempre; que son capaces de sufrir de innumerables variaciones

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columnista invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace unos días llegó a mis manos el libro Cómo ordenar una biblioteca, de Roberto Calasso, espléndido compendio de tres artículos y un discurso que, para cualquier amante y comprador de libros, se debe de convertir en una obligación leerlo.

Calasso, de manera magistral, aborda, entre otras cuestiones, las inquietudes de todo lector que sufre en temas sobre cómo ordenar su biblioteca, comprar libros y hasta en dónde leer los textos: si en un dispositivo electrónico o en una versión impresa.

Una importante reflexión que, para mi gusto, nos aporta el autor, es que el libro, como la cuchara, pertenece a esa clase de objetos que son inventados de una vez y para siempre; que son capaces de sufrir de innumerables variaciones, pero dentro de un mismo gesto: para la cuchara es extraer una pequeña cantidad de líquido; mientras que para el libro, leer un texto, incluso largo, sosteniéndolo con las manos, hojeándolo y desplazándolo con facilidad, da atención a su interior.

Así, todos los discursos sobre una eventual sustitución de éste por los medios electrónicos, conocidos como e-books, ignoran un hecho elemental: los objetos son intentos más o menos felices de adaptarse a las circunstancias; por ello, aunque puedan variar mucho en cuanto a su forma, las cucharas siempre serán cucharas, como los libros, no importando forma y presentación, siempre libros serán.

Está claro que los e-books son una modalidad de lectura, entre otras, que seguirán existiendo, sin por ello causar un daño irreparable al libro de papel.

 Hoy en día, el libro es algo que vive en los márgenes respecto de un magma en perpetuo cambio, que se manifiesta en las pantallas.

El hecho de que se trate de pantallas, y no de hojas de papel, es una diferencia gnoseológica, no sólo funcional; pasará algún tiempo antes de que se empiece a comprender qué ha comportado, en el apartado de conocimiento, este deslizamiento de la página a la pantalla.

Por ello, lo importante de los libros no es, ni será, la modalidad que tengan, sino lo verdaderamente trascendental en este tema es que leamos, ya sea en pantallas o en páginas de papel, siempre con ánimo de disfrutar, de pasar un buen rato, de aprender, y de adquirir nuevo conocimiento.

Aunque eso sí, en honor a la verdad, y en el aspecto personal, siempre preferiré tener un libro impreso o, inclusive, pasar una a una las hojas de El Heraldo de México.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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