Se especula mucho sobre las razones del Presidente para destapar a Claudia Sheinbaum y luego decir que uff, qué bueno que se autodestapó Marcelo Ebrard; dos intervenciones con varios antecedentes: recordemos que en las semanas previas puso en la mesa varias nóminas de esas que ya saben, con su Moctezuma y su Nahle, parecen una lista de candidatos al Nobel o una cena de sabios del Renacimiento florentino.
Que si trataba de distraer la atención, dijeron unos. Que si intentaba proteger a sus dos posibles herederos, Claudia y Ebrard, que como sabemos andan, respectivamente, hasta los tobillos y hasta las rodillas en lo de la Línea 12.
Que si en realidad mandaba el mensaje de que la buena era Claudia y punto, una hipótesis que reforzaría la elección de Martí Batres como secretario de Gobierno chilango.
Que Martí vendría a ser un pararrayos, pasaron a decir, y dan ganas de pensar que una de esas sí, porque el senador es el Messi del pararrayismo: no hay culpa que te atrevas a quitarle de encima. Pero dudo de todas esas teorías.
Tengo una hipótesis que, adelanto, padece de un exceso de optimismo. Permítanme desarrollarla.
Julio de 2018: arrasas.
Diciembre de 2018: las calles hierven de entusiasmo, entras a Palacio Nacional, ves a los héroes que forjaron patria en los óleos y las estatuas y dices: ahí estaré yo. En un momento de debilidad, te preguntas si la estatua ecuestre, junto a Morelos, sería un exceso, y si en todo caso no podría ser con guayabera y la Constitución Moral en la mano, para no ser ostentoso, o si mejor le apuestas a un mural tipo Diego Rivera, contigo en el centro y el Tren Maya, Santa Lucía y los del Cártel de Sinaloa entregando los cuernos de chivo entre corazoncitos. Sonríes. Empezó la Cuarta (y última) Transformación de la Vida Pública.
Julio de 2021: arde Troya porque los niños con cáncer siguen sin medicinas; van 500 mil muertos por COVID-19, ya llegó la tercera ola del pinche virus y todo mundo mienta madres por los millones de vacunas que están en bodega.
Tu administración rompió récord de homicidios; la caída del PIB supera a la de cualquier país con la posible excepción de Cuba (aunque, ¿Cuba tiene PIB?: confirmen, amigos economistas); hay una caída récord de inversión extranjera; cacharon a Martinazo embolsándose esos billetes, y los españoles se burlan de ti porque dijiste que era una descortesía del rey no disculparse por la Conquista.
Te das cuenta de que pasaron tres años y de que, si haces justamente todo lo que no has hecho, igual y medio arreglas el tiradero. O sea, bye, estatua ecuestre. Dices: al carajo. Vas, Claudia. O Marcelo. O los dos.
Suena razonable, ¿no? Pero, repito, es una hipótesis optimista. Presupone un principio de realidad, tan escaso hoy en día como, digamos, las medicinas.
Disculparán. Quería mandarlos al fin de semana con una sonrisa.
POR JULIO PATÁN
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MAAZ