SIN FILTROS

Desempoderar

Nos hemos basado en nuestra individualidad, por lo que hemos perdido la capacidad de impulsarnos entre nosotras

OPINIÓN

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María Milo / Sin Filtros / Opinión El Heraldo de México Créditos: Foto: Especial

Hace algunos días, hablando con una amiga de todo y nada, teniendo unas de esas conversaciones en las que acabas con más dudas de las que tenías al empezar, nos dimos cuenta de una realidad que vivimos y seguimos fomentando las mujeres, la cual nos resta mucho más de lo que nos suma. Caminábamos por la orilla del mar, cuando al tocar el tema de los estereotipos y los cuerpos “perfectos” nos preguntamos: ¿cuántas veces no se nos ha venido a la mente un cumplido al ver o convivir con otra mujer?, y ¿en cuántas ocasiones hemos decidido quedarnos calladas?

Me puse a pensar ¿cuántas personas nos animaron de chiquitas a “hacer” amigas? ¿Y cuántas veces nos enseñaron a darle cumplidos honestos, verdaderos, a ellas? Nuestra cultura no nos enseña desde chicas a apoyarnos entre mujeres. Aunque nos enseñan conceptos, nuestra educación siempre se basa más en el individualismo. 

Efectivamente tiene que ver con el contexto en el que hemos crecido y las creencias que han influenciado nuestros comportamientos. Pero a la altura en la que nos encontramos podemos empezar a cambiarlo; ya poseemos una conciencia colectiva mucho mayor que debemos usar a nuestro favor para dejar de lado la envidia que nos han impulsado a sentir por la de al lado. Desechar la idea de que reconocer el valor de otra mujer o darle un cumplido nos va a restar valor a nosotras, al contrario.

La socióloga y coordinadora del Observatorio de Género y Equidad de Chile, Teresa Valdés, afirma que “hablar de una posible envidia entre mujeres es hablar del dolor que hemos sentido históricamente.” Lo cual suena bastante coherente teniendo en cuenta que de una manera más superficial se puede saber que a las mujeres se nos ha hecho entender que es importante ser deseables para los demás, pero lo que hay realmente de fondo es dolor y miedo a no ser aceptadas y queridas. La envidia surge de haber sido excluidas, y la dificultad por nuestra parte de reconocer nuestro valor sin comparar ni crear una competencia entre nosotras que no debería de existir.

¿Qué pasaría si dijeramos fuerte todos los pensamientos positivos que hemos tenido sobre algunas mujeres? Construiríamos un colchón de apoyo impresionante, aprenderíamos a valorarnos más a nosotros mismas al reconocer a la de al lado. Espantaríamos juntas al síndrome del impostor, sería realmente un verdadero empoderamiento. Porque aunque esto es un trabajo personal, los factores externos influyen ampliamente para bien o para mal.

Todas sabemos que en esta vida hay que abrir y cerrar diferentes puertas para descubrir, aprender y valorar. Pero de nada va a servir lo que hagamos si no nos rodeamos de las personas indicadas que nos apoyen, impulsen y griten cuando empecemos a perder fe en nosotras.

La cuestión es ¿cuántas puertas se te abrieron desde que tienes a esas mujeres a tu lado? Tenemos la oportunidad de impulsarnos, dejemos de desperdiciar redes de apoyo para caminar bajo la tormenta de la envidia que ha cosechado la misoginia. En vez de sentirnos amenazadas por las cualidades de otra mujer, celebrémoslos con ella y tomemos ese sentido de admiración como apoyo para descubrir nuestras propias alas.

POR MARÍA MILO
IG: @MARIAAMILO
BLOG: WWW.MARIAMILO.BLOG

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