TODOS SOMOS MÉXICO

Polly, historia de un feminicidio

Está presente un instante de ira y quién sabe cuántos siglos de resolver las emociones con violencia

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

Detrás de cada uno de los 10 asesinatos de mujeres que se registran cada día en México hay una historia. La de Polly es una entre ellas, todas lacerantes. Hacia la medianoche del sábado 12 de junio un hombre subió a su auto y lo lanzó como proyectil sobre un grupo de personas en el que se encontraban, objetivos centrales, dos mujeres de 26 y 31 años, Fernanda Olivares y Fernanda Cuadra.

Las imágenes del brutal ataque fueron captadas por cámaras de seguridad en segundos eternos, incomprensibles. Después del espanto, la incredulidad, la rabia, el dolor toma el mando. Es un dolor inimaginable: hondo, larguísimo, invasivo. En sendos hospitales, las jóvenes enfrentan a la muerte en medio de traumatismos, hemorragias, fracturas y un insondable sufrimiento. El presunto agresor se entrega a las autoridades el viernes 18 de junio a las 19:40 horas. Su padre lo acompaña. Dice: “Vengo a presentar a mi hijo. Viene a dar la cara por las lesiones que se le imputan.”

Fernanda Cuadra logra salir con vida del hospital el 28 de junio con serias secuelas en su salud física, al parecer, pérdida de la audición y parálisis facial. Mientras tanto, Fernanda Olivares, llamada cariñosamente Polly por su familia y amigos, requiere de neurólogos, traumatólogos y neumólogos. Finalmente, luego de 21 días de luchar por su vida, fallece a las 8:10 del 3 de julio.

En tres semanas, a partir de un instante de ira, estallan muchas vidas. La de Polly, que se pierde sin culpa y sin sentido, dolorosamente, sin justificación ni causa, arrancada, robada, arrebatada. La de su amiga, Fernanda como ella, que requerirá de inaudita fortaleza, ánimo, perseverancia y respaldo para ponerse en pie. Ojalá que ella y su familia puedan darse esa entereza. La de sus familiares y amigos, que tal vez durante años no sabrán donde poner este dolor, esta ausencia, estas preguntas a la nada.

Estalla también la vida del agresor, acusado de feminicidio consumado, cuya pena oscilará, de ser encontrado culpable, entre 35 y 70 años de cárcel. La de su padre, que lo acompaña con integridad y valentía, pero seguramente también con un enorme desconsuelo.

En esta historia están presentes un instante de ira, tres semanas de destrucción y quién sabe cuánto tiempo de sufrimiento. Está presente un instante de ira y quién sabe cuántos siglos de resolver las emociones con violencia. Un instante de ira y quizá muchos siglos de dar salida a la furia con prepotencia machista.

Y solamente hablamos del asesinato de Polly, una entre las 10 mujeres que son asesinadas cada día. En 2017 eran siete víctimas en promedio diario, luego fueron ocho, luego nueve, diez, cifra que incluye por igual a niñas, adolescentes, mujeres adultas y mujeres mayores. Cada vida es irrecuperable y cada víctima es demasiado. ¿No deberíamos estar ya haciendo algo de fondo, concreto, efectivo, notorio, para detener esta barbarie?

POR MAURICIO FARAH
MAURICIOFARAG@HOTMAIL.COM
@MFARAHG

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