COLUMNA INVITADA

Repensando el partidazo

Andrés Manuel López Obrador ha despreciado siempre al sistema de partidos y no hay elección que así no lo haya demostrado. Despreció al PRI, al PRD, al PT, a MC y a Morena

OPINIÓN

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Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Andrés Manuel López Obrador ha despreciado siempre al sistema de partidos y no hay elección que así no lo haya demostrado. Despreció al PRI, al PRD, al PT, a MC y a Morena. Ha pasado por todos esos partidos y los ha utilizado a su conveniencia y de manera transitoria en algún momento de su vida. Es un hecho que piensa que son un mal necesario, y que sólo representan un vehículo que las leyes nacionales establecen como cuasi monopolio (los independientes son entes limitadísimos) para el acceso al poder.

Hoy en día, el lopezobradorismo cuenta con 19 gubernaturas con control directo. Para el 2023, se llevarán al cabo elecciones en 6 estados. El estado más poblado del país -Estado de México- caminará a la renovación, como antesala a la elección para Presidente de la República. El camino para este movimiento es ideal, ya que piensan que pudieran dirigirse a la elección presidencial con 23 gobernadores, presupuesto público federal, control de los congresos locales, el federal y encabezados por el presidente con mayor control político de este siglo.

O sea, un escenario bien conocido, porque para el PRI, tan criticado pero al mismo tiempo tan anhelado por AMLO era el escenario que siempre construía. Es innegable pensar que la elaboración de ese escenario fue mediante elecciones limpias (aunque si democráticas), porque combinaron las tácticas del PRI, PRD, y el PAN implementadas en los últimos 30 años, sin ninguna innovación o creatividad más allá del manejo del dinero público e instituciones con capacidad de coerción.

Este hecho implica una realidad poco discutida y analizada, por ese absurdo afán de criticar por todo y por nada al lopezobradorismo, lo mismo por ir a jugar béisbol que por no atender la pandemia, que por las torpezas de Mario Delgado, por los yerros profundos de Dos Bocas, sin ninguna estrategia ni capacidad de comunicar y explicar el país al que entramos con este gobernante. Es decir, en la oposición están más concentrados en sobar su orgullo y las ganas de derrotar a López Obrador, que por una preocupación genuina del estado político y social del país.

Me refiero a la diversidad y pluralidad política, esa que se está agotando en nuestro país, y que para algunos pudiera representar el verdadero debate que debemos tener. El partidazo de López Obrador es el que impone las políticas, funcionarios, ideología -si es que tiene alguna-, premios y castigos. Un país monocromático que sólo observa en blanco y negro sin posibilidad de apreciar la diversidad de colores o patrones. Un país con poca libertad de acción y pensamiento, y que en el mundo, con las condiciones actuales de mercado, información y tecnología suena totalmente absurdo.

Es evidente que Andrés Manuel López Obrador se esfuerza diario con sus mañaneras a taladrar ese escenario, y que políticamente nadie le ponga un alto, limitación o cuando menos le cree algún contrapeso. Los hechos nos dicen como termina la historia que contempla solo su opinión y nada más. Así sucede desde el aeropuerto de Santa Lucía hasta el desastre de la Línea 12 del Metro. Su visión, su única y exclusiva opinión. Por su parte, Claudio X González, Alejandro Moreno, Marko Cortes, o cualquiera de los demás que políticamente son inexistentes no hacen ningún tipo de contrapeso.

Porque la Alianza argumenta que se construyó sobre la pluralidad política, sin embargo la realidad dice lo contrario, únicamente la utilizan como un concepto vacío, porque justo es la pluralidad política la que están desvaneciendo AMLO y la oposición, al incorporar solo a sus incondicionales, a sus familiares y a sus intereses en los pocos espacios qué hay. Es decir, la pluralidad política esta en riesgo por culpa del gobierno en todo el esquema de Andrés Manuel, y de la oposición por todas las incongruencias que vienen cometiendo. No tienen arraigo, credibilidad, liderazgo o siquiera talento que les ayude a contrarrestar la operación de Estado.

Este, es un asunto más allá de izquierda o derecha, y de los ridículos intereses personales de la oposición o de políticos trasnochados. Es la salud de la democracia y la posibilidad de construir, depurar o aportar políticas públicas. Eso es lo que está en riesgo, y todos los hechos transitorios como el abucheo a Mario Delgado, la entrega de dinero (una vez más) de David León (el Shylock moderno), o la consulta para juzgar a los expresidentes, es pura patraña. Justo lo que se espera para evitar la discusión seria: la reestructura del partidazo, pero ahora con incompetentes probados, en un mundo donde ya no cabe ese modelo.

Por eso, ese supuesto "triunfo" de la alianza en 9 alcaldías de la Ciudad de México suena arrogante y hasta ridículo, porque en el fondo fue la clase media harta y consciente, la que votó en contra de AMLO y no por convencimiento o representatividad a favor de la Alianza.

Y no es pregunta.

POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ

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