DESDE AFUERA

Harris: "Camina suavecito..."

Durante las últimas semanas, y en especial los días que precedieron a la visita de la vicepresidenta Kamala Harris a México, se especuló con la idea de que Estados Unidos buscaría presionar al presidente Andrés Manuel López Obrador

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Durante las últimas semanas, y en especial los días que precedieron a la visita de la vicepresidenta Kamala Harris a México, se especuló con la idea de que Estados Unidos buscaría presionar al presidente Andrés Manuel López Obrador.

La visita misma de Harris era esperada con ansia, especialmente por su cercanía a las elecciones de medio término, vistas como un referendo en torno al Presidente.

Los adversarios del gobierno consideraban que sería el momento en que la administración estadounidense haría ver a López Obrador su incomodidad con algunas medidas, sobre todo, las de presunta inclinación "socialista".

Y no del todo por accidente, los aliados del mandatario parecían albergar la misma preocupación, sólo que a partir de un punto de vista opuesto.

Y hubo la tendencia histórica, y en alguna medida histérica, de preocupación por la posibilidad de que EU y sus organismos de inteligencia y seguridad prepararan acciones que en el menor de los casos desestabilizarían al país y en el peor, propiciarían un golpe de Estado por su apoyo económico a grupos prodemocracia y protransparencia. 

La reportada presencia previa del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Burns, alimentó dichos rumores.

La realidad es que Harris vino a consecuencia de un problema interno que se ha convertido en una importante consideración política para el gobierno de Joe Biden, parte porque al echar atrás las medidas migratorias de Donald Trump suscitó nuevas esperanzas y alentó a que millares de centroamericanos busquen llegar a la frontera de EU y México.

Pero hay que ver lo que impulsa y lo que implica controlar la migración: EU propone, entre otras cosas, invertir en el desarrollo de los países del Triángulo Norte, mejorar las situaciones de gobernanza y violencia, o en los problemas de medio ambiente. Y no pueden ignorar el papel de México, puente de paso para caravanas y origen también de migrantes que incluye temas como tráfico de personas, drogas y armas.

Cierto: el gobierno estadounidense no ve con confianza ni entiende que el mexicano parezca desperdiciar la oportunidad de modernizar su industria energética, desdeñar reglas internacionales de inversión o se exponga a problemas de seguridad y gobernanza –reflejadas en acciones de organizaciones criminales– mientras encarga a las Fuerzas Armadas cada vez más tareas de administración civil.

Pero ahí donde el estilo de Trump era estridente y bravucón, el de Biden es tradicional. Más en el sentido de "habla suavecito y camina con un gran garrote" de Teddy Roosevelt, que fue presidente hace poco más de 100 años. En otras palabras, lo difícil se trata con discreción.

Valdría la pena recordar que el senador republicano Marco Rubio, el principal latinoamericanista de su partido, solía decir que no importa quien sea Presidente de México en tanto recuerde que para tener éxito debe tomar en cuenta los intereses de Estados Unidos. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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