Hoy 6 de junio, es lo que debería ser descrito como una fiesta cívica en México, ya que se elegirán más de 21 mil puestos de gobierno. Pero es un día en el que reinan la zozobra y la incertidumbre, pues a lo largo de las campañas políticas se han registrado desórdenes y hasta asesinatos de candidatos. Además se confirmará, a través de las urnas y fuera de toda especulación, el nivel real de aceptación del régimen encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Será con estos comicios como se decida el rumbo político de México: hacia un país de instituciones dependientes del Poder ejecutivo, donde la voz del Presidente sea la última palabra, o bien se consolide el sistema democrático, objeto de largas luchas y negociaciones entre las principales fuerzas políticas del país. El triunfo electoral de AMLO en 2018 y las alternancias habidas en lo que va del presente siglo son resultado de ellas.
Es lamentable la ausencia de nuevos postulados o alternativas de gobierno por los partidos de oposición, que han creado alianzas inimaginables en el pasado: uniones amorfas de grupos antagónicos en ideologías, programas de acción y estatutos. Peor aún es la ausencia de propuestas claras hacia un México transparente, moderno, con menos pobreza y desigualdades sociales.
La estrategia asumida en los últimos años por los principales actores políticos, de enfrentar a los diferentes grupos sociales, ha generado incertidumbre y hasta miedos para acercarse a las urnas. Un ingrediente de temor es la abierta actividad de grupos delincuenciales, que han podido incrustar candidatos para lograr sus propios objetivos. Es también deleznable que los propios partidos se presten a estas artimañas con tal de lograr un mayor número de puestos de representación popular y lo que ello significa: poder.
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Cierto que el tamaño del evento en el que se elegirá a la nueva Cámara de Diputados, 15 gubernaturas estatales y una gran cantidad de ayuntamientos, juntas municipales y sindicaturas a lo largo y ancho del país, hace prácticamente imposible un escrutinio detallado de los perfiles de cada uno de los candidatos, pero es difícil entender que los propios partidos, sean incapaces de filtrar los antecedentes de cada uno de ellos.
Pese a esos problemas, y en parte gracias a la intercomunicación existente, a través de las “benditas” redes sociales, se espera una copiosa votación, y se pronostica incluso que participen 55 millones de votantes, 60% de los 94 millones del padrón electoral, que marcaría un récord histórico para comicios intermedios.
Lo más interesante de esta elección será la definición del número de curules que alcance cada partido político, pues de la fuerza de Morena, el partido en el poder, dependerá que el Presidente de la República tenga manga ancha, o no, para realizar enmiendas constitucionales según sus conveniencias políticas.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM
MAAZ