COLUMNA INVITADA

¿Qué es la democracia?

Debemos cumplir con nuestra obligación y prerrogativa de votar, entendiendo que la aspiración democrática no se agota con el voto del ciudadano

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La democracia es un concepto abstracto y universal, que siempre tienen que ver con el sistema político; naturalmente a cada estadio productivo corresponde un sistema distinto de la democracia; se trata del gobierno del pueblo, pero no siempre el pueblo está definido democráticamente. Sus orígenes se remontan a la antigua Grecia y su definición etimológica es correcta: demos pueblo y cratos gobierno.

La fina ironía de Churchill la conceptúa así: “la democracia es según dicen la peor forma de gobierno si se exceptúan las demás que se han ensayado”; Abraham Lincoln afirmó que era “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”; y para nosotros los mexicanos existe una extraordinaria concepción de Jaime Torres Bodet que incluyó en el Artículo Tercero constitucional, que a la letra dice: “…considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.”

Esta interpretación identifica la teleología constitucional que tiene que ver con las garantías sociales y con el sentido de justicia social que se incorporó en Querétaro. No sólo se trata de contar los votos y contarlos bien –cuestión que a muy alto precio económico hemos logrado— sino que el objetivo de una democracia social está relacionada con la distribución de la riqueza y las aspiraciones igualitarias del pueblo.

Casi todos los sistemas políticos presumen de ser democráticos, inclusive los países del sistema soviético se autoproclamaron “Repúblicas Democráticas”.

Por ello, entender el concepto de democracia social, consiste en diferenciarlo de lo que hoy denominan “democracia liberal”. La democracia social –como originalmente fue la nuestra— no solamente tiene el objetivo electoral, sino la realización de aspiraciones distributivas de una nación.

En el largo proceso constitucional hemos intentado darle a nuestra democracia representativa el carácter de democracia semi-directa o participativa y, por ello, se ha modificado nuestra Carta Magna para agregarle figuras fundamentales como la iniciativa popular, sin embargo, en este esfuerzo hemos cometido serios errores, pues, en lugar de adoptar sistemas probados en el mundo como el plebiscito y el referéndum, hemos optado por una farragosa consulta popular mal pergeñada.

Asimismo, el tema de la revocación del mandato lo hemos tratado mal, pues como se plantea actualmente en nuestra Constitución general, más parece un premio al titular del Ejecutivo Federal que un castigo, toda vez que no existen causales para solicitarla y se ha equivocado el entramado jurídico que la sostiene.

La otra figura que complementa las anteriores, es la segunda vuelta electoral, que permite que los electores al final puedan optar entre las dos principales opciones, este elemento democrático constituye una pieza clave para el perfeccionamiento de cualquier sistema de carácter pluripartidista.

En las elecciones de mañana 6 de junio, se verán reflejados –sin duda— estos defectos conceptuales. Estamos muy lejos de lograr el sistema al que aspira la nación mexicana. La democracia liberal no es el paradigma que se buscó en la Revolución Mexicana, pues el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, sólo se logrará con una efectiva democracia social.

No obstante, debemos cumplir con nuestra obligación y prerrogativa de votar, entendiendo que la aspiración democrática no se agota con el voto del ciudadano, sino que se requiere de un trabajo permanente de negociación y de diálogo, de diferencias ideológicas y conceptuales, y no de enfrentamientos generados por el odio.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

MAAZ