PERISCOPIO

Corral, acorralado

Necesita del cobijo de un partido, porque teme un ojo por ojo de la próxima gobernadora de Chihuahua, Maru Campo

OPINIÓN

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Raymundo Sánchez Patlán / Periscopio / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Pudo convertirse en presidenciable, pero le ganó el hígado y aún no puede superar que su candidato a gobernador fuera derrotado en la elección interna de su partido por la candidata que sí garantizó el triunfo por más de 10 puntos en las pasadas elecciones del 6 de junio.  

Se trata de Javier Corral, quien llegó en 2016 al gobierno de Chihuahua abanderado por el PAN, pero que en los recientes comicios emprendió una persecución judicial contra Maru Campos, su compañera albiazul que ganó a pulso la candidatura sobre Gustavo Madero, el delfín del gobernador.  

En pocas palabras, el triunfo del partido que lo formó y cobijó fue la peor derrota de su carrera política: ahora está buscando asilo en Movimiento Ciudadano, de Dante Delgado Clemente Castañeda, porque en el PAN, a pesar de que no planean echarlo, sabe que no es bien recibido, y en Morena, al que es cercano ideológicamente, no ven conveniente su adhesión abierta, sobre todo porque no pudo bajar en la campaña a Maru.  

Necesita del cobijo de un partido, porque teme un ojo por ojo de la próxima gobernadora, a quien fincó, a través de la Fiscalía estatal y con documentos falsificados, cinco cargos por presunta corrupción y la quiso procesar por supuestamente recibir 9 millones de pesos de una “nómina secreta” del exgobernador César Duarte.  

Es a ella a quien el 7 de septiembre próximo, en lugar de meterla presa, como era su deseo, debe entregar el gobierno del estado.  

Ahí no acaba la derrota de Corral, más bien empieza, toda vez que su llamada operación justicia, en la que trabajó durante cuatro años para enjuiciar a Duarte y a varios de sus excolaboradores, se desmoronó: se le cayeron 35 casos porque su equipo fue incapaz de elaborar de forma adecuada los procesos; vaya, hasta los integraron con base en una ley que ya no es vigente, de acuerdo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación.  

Es decir, la persecución contra Duarte a la que dedicó todo el aparato y tiempo de su gobierno resultó una pifia que arrojó cero resultados.  

Peor aún, Lázaro Joaquín López Ramírez, exdirector del Fideicomiso para el Desarrollo de las Actividades Productivas de Chihuahua, a quien el gobierno de Corral confinó desde marzo de 2018 en el Cereso Número 1 de Aquiles Serdán, murió por COVID-19 en agosto de 2020. Lo había encerrado por un supuesto desvío de seis millones de pesos de la Unión Ganadera del Norte, organismo que era encabezado por Duarte.  

Los enterados dicen que sobran elementos para que el gobierno entrante proceda contra Corral y sus colaboradores, incluso penalmente.  

Tiene poco más de dos meses para poner la casa en orden, y pase lo que pase, lo cierto es que su obcecada visión de revanchismo, la cual puso por encima de la investidura gubernamental, lo transformó de un potencial presidenciable panista a un perfecto presidiable.  

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No sólo es Javier Corral quien hace guiños a Movimiento Ciudadano. En la sede nacional del PAN saben de un par más que estarían entrando en metamorfosis política (pasar de azules a naranjas): Gustavo Madero, amigo y aliado de Corral, y Damián Zepeda. Ambos han alineado su discurso con el del gobernador de Chihuahua, respecto a que el panismo fue de los derrotados de la elección del 6 de junio.

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EN EL VISOR: A hacer valer los 109 mil 914 votos que obtuvo en la elección del 6 de junio se dispone Margarita Zavala. Con ese músculo, pretende ir ganando posiciones en el PAN, tras convertirse en la candidata a diputada federal más votada en los recientes comicios. Y bajo el brazo también lleva los 263 mil militantes del fallido partido México Libre. Es su capital para administrarlo de aquí a 2024.  

POR RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN.
RAYMUNDO.SANCHEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@R_SANCHEZP

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