SIN ROLLOS

Fidelidad

“Sé quiénes son amigos de verdad, sé bien donde están, nunca piden nada y siempre dan”. Víctor Manuel

OPINIÓN

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Jorge Murrieta / Sin Rollos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

A mi amigo Gerónimo.

El título del texto dice mucho. Y nada. Fidelidad. Dura palabra. Define a la gente valiente; a los pueblos unidos, a las razas generosas. Las hay (razas) fidelísimas que nacieron grandes, como la azul y su pueblo cementero. Cooperativa de gente trabajadora que al alba comienza la contienda para finalizar el duro partido de la vida al anochecer.

Allá por Jasso, Hidalgo, está la pintoresca Ciudad Cooperativa Cruz Azul, cuna de una de las empresas más sólidas en la historia de nuestro país. La comunidad cementera tuvo el sueño visionario de echar a andar la maquinaria futbolística más perfecta, con la consigna de, en muy poco tiempo, ocupar un lugar de relevancia entre los monstruos de la época, particularmente junto al América. Entonces, el bello, pero pequeño estadio 10 de diciembre, le comenzaría a quedar chico a Cruz Azul.

Y vino la época grande. Muchos y muy buenos amigos se aficionaron a los colores azules entre 1968 y 1980. El grandilocuente, amado, entronizado Ángel Fernández, bautizó al equipo como La Máquina. Y vaya que lo era. Aceitada a la perfección, contaba entre sus múltiples engranes con un arquero “malito”, apellidado Marín (¡Dios mío!), defensores de “medio pelo” como Quintano, Kalimán y Cornero, volantes que “medio la armaban”, como un tal Fernando Bustos y delanteros que “aparecían de vez en cuando” como Eladio Vera.

Si la Holanda de Cruyff era La Naranja Mecánica, La Máquina de Cárdenas y don Nacho Trelles era una locomotora que arrasaba con todo a su paso. Cruz Azul es el único equipo en la historia del futbol mexicano que nació siendo realmente grande, a diferencia del otro milloneta que a base de billetazos construyó un imperio. 

El otrora central peruano Juan Reynoso fue el encargado de tomar el timón de La Máquina, tras la sacudida (de pésimo gusto, por cierto) de una directiva emergente que apareció para dar, de muy mala manera, la cara, tras los bochornosos incidentes de los Álvarez y el gran hampón Garcés. Les salió la jugada a los déspotas advenedizos de la nueva directiva. Si bien Reynoso no era la primera opción, sí era la más económica, de ahí que se decantaran por él. Sonaron nombres como el del anquilosado Hugo Sánchez, con el que no se hubiera conseguido ni la mitad del objetivo.

Lo de Cruz Azul, enfermizo, atípico, irreal, requería ir por el camino de la simpleza. Y Cruz Azul fue un equipo práctico. Perdió tres partidos, anotó los goles justos y sin hazañas de antología, se encaramó en la cima del campeonato para ver a ricos y pobres muy por debajo del hombro. Rompió récord de partidos ganados, pero casi en todos ellos, anotó sólo en una ocasión. Practicidad, planeación, manejo correcto de las emociones, conocimiento de la táctica de su técnico y mucha humildad, llevaron de manera más que merecida a Cruz Azul a alzarse con la novena; esa que se negó durante 23 años y 40 torneos cortos, y cuya ausencia generó el meme más grande de la historia.

Por eso irle a la Máquina es una especie de apostolado. Quien entra en el intrincado laberinto cruzazulino sabe que fácil no será salir, pero en ocasiones especiales, como ésta, su paz está más que justificada. Hoy pueden ser ellos los odiados, aunque son tan nobles sus aficionados, tan buenos y entregados, que seguirán siendo el excelente competidor que han sido dentro y fuera de la cancha. 

Gracias Corona, Rivero, Aguilar, Catita, Escobar, Baca, Romo, Alvarado, Fernández, Pineda, Cabecita, Chaquito, Montoya, Angulo, Shaggy, Elías, Aldrete, etc., por habérselo tomado tan en serio, pues incluso se aplaudió ese conato final de bronca en un equipo que solía morirse de nada. Hasta sabrosos se pusieron los madrazos. ¡Sí señor! Gracias por volver a ser grandes. Gracias Juan Reynoso por tu enorme pundonor, conocimiento de la táctica y nulo afán protagónico. Pero sobre todo gracias a esa enorme afición que nunca te dejó, por más fría, oscura y perra que estuviera la noche.  

Salud por la afición santista y su estupendo equipo de futbol. Santos fue un rival digno en todo momento. 

POR JORGE MURRIETA
@JORATLA

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