UNA CHAIRA EN EL HERALDO

No me hallo…

El Síndrome de Cueva describe a las personas que temen o no están dispuestas a reingresar a la sociedad tras una pandemia

OPINIÓN

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Fernanda Tapia / Una chaira en El Heraldo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Después de dos semanas del regreso presencial a clases opcional aquí en la capirucha, todavía hay muchas reticencias por una parte de la población, tanto que hay salones donde se dio la asistencia de un solo alumno. Mientras que otra parte de la población ha bajado completamente la guardia y siente que “ya no es necesario portar el cubrebocas”.

Usted que me está leyendo, ¿en qué gradiente está de estos dos extremos?, ¿le parece que ya la libramos, o que esto no se acaba hasta que se acaba?. Si ustedes todavía se sienten “raros” en ambientes que antes les eran completamente familiares, como su oficina o una sala de cine, pueden respirar tranquilos... según los expertos esto es completamente normal. Y por si todavía no empieza a dar muestras de estar más inquieto de lo común, prepárese porque estos síntomas pueden aparecer incluso hasta tres años después del encierro, según la psicóloga Samantha Brooks.

Resulta que un grupo de investigadores en psicología del King’s College de Londres, se puso a investigar el comportamiento poblacional después de muchas pandemias.

Si usted ya cree escuchar pasos en la azotea, respire y tome nota. Sensaciones comunes: a) Síndrome de cueva, término acuñado por un psiquiatra en Florida y describe “a las personas que temen o no están dispuestas a reingresar a la sociedad tras una pandemia, incluso después de haber sido vacunadas, porque se acostumbraron al aislamiento”.

Dicen que después de 10 días de encierro, aunque sea en casa, empezamos a desequilibrarnos. ¿Por qué creen que se utiliza el encierro como castigo a delincuentes? b)Sensación de irrealidad. Y dicen los que saben: “El tiempo se paraliza. Al terrible coste en vidas humanas, se suma no sólo el económico, sino también el coste psíquico. Es necesario asumirlo para seguir adelante. c)Estrés en cantidades muy superiores a las que sufría. Seguramente se ha notado demasiado volátil. Estalla por cualquier cosa. Lo mismo le dan ganas de proferir improperios que ponerse a llorar.

Y dicen los especialistas que “como notamos que en general los expertos a nivel mundial se la han pasado improvisando” (porque este era un bicho que no conocían), el estrés se le va a niveles casi incontrolables. Éste grupo de investigadores recomienda a final de cuentas pedir ayuda, si se puede profesional, mejor. Hablarlo. No se sienta egoísta si necesita contarle sus sentimientos a alguien, aunque sea el taxista.

Pero lo más importante es darle un sentido a toda esta sensación de pérdida. Si sabemos que nos encerramos para ser solidarios y evitar que muchos otros más muriesen podríamos tener una idea más tranquilizante acerca de toda la angustia vivida.

Los que se nos adelantaron, los trabajos perdidos, en fin... Dice la misma psicóloga, Brooks, que “si después de esta cuarentena hay un Baby Boom y empiezan a nacer muchos niños en diciembre, entonces podremos voltear a ver esta etapa y sonreír”.

POR FERNANDA TAPIA
DENUNCIAS@FERNANDATAPIA.COM 
@TAPIAFERNANDA

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