LA ENCERRONA

Las complejidades del cambio

"No sé si este gobierno va a durar, pero es un cambio y necesitábamos un cambio" Ciudadano isrraelí

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ha tenido una serie de malas decisiones, llevó al país a un marasmo político, se dedicó de manera constante a dividir a la nación entre izquierda y derecha, cada que surge la ocasión no duda en vilipendiar a las instituciones democráticas, ha llevado a los huesos al marco institucional del país, sus acuerdos en política interna y exterior ha sido en detrimento de la sociedad.

No, no es quien usted piensa, describo a Benjamin Netanyahu, Primer Ministro del Estado de Israel, quien el domingo pasado ha dejado el cargo después de doce años de ejercerlo de manera ininterrumpida y que en las calles de Tel Aviv celebran su salida.

A manera de contexto, Israel ostenta el reconocimiento como Estado-Nación desde 1948, después de la resolución por la ONU; tiene un sistema de gobierno parlamentarista a través de democracia representativa y sufragio universal; el primer ministro es decidido por la Knéset (parlamento) y existe la imbricación entre gobernantes y sionismo religioso; es habitado por judíos, cristianos y árabes.

En este sentido las complicaciones de gobernabilidad son amplias y, aunque se escuchan voces de festividad por el cambio, en realidad este viraje en el gobierno israelí, obedece más al hartazgo que a una buena decisión… y sabemos que no todos los cambios son buenos aunque su motivación sea legítima.

Me explico. Netanyahu, conocido también como el “Rey Bibi”, es el líder del partido de derecha Likud, el cual tiene mayoría en el parlamento y será quien encabece la oposición en esta nueva etapa donde el ahora primer ministro, Naftali Bennett, lidera esta gran coalición conformada por ocho partidos, tres de derecha (Yamina, Israel Beitenu y Tikva Hadashá), dos de centro (Yesh Atid y Azul y Blanco), dos de izquierda (Laborista y Meretz), así como algo inédito, un partido islámico árabe israelí (Ra'am), misma que lo llevó al triunfo por un solo voto en la Knéset (60 a favor, 59 en contra y 1 abstención) y por lo que a todas luces es una endeble alianza de gobierno.

Dentro de las complicaciones que tendrá el nacionalista Bennett, es que como un acuerdo primordial para llevar a cabo la coalición, solo tendrá dos años al frente del gobierno, pues en el 2023 tendrá que -pasar la estafeta- a Yair Lapid, quien fuera presentador en la televisión local y colocado al centro del espectro ideológico, quien además pide el reconocimiento al Estado de Palestina, una diferencia radical con Bennett, quien ha fungido como ministro de Defensa en los momentos más álgidos del conflicto entre estos dos territorios y es uno de los mayores opositores a Palestina y su pueblo.

Así, con todas las complejidades que representa ser gobernante en Israel, la mancuerna Bennett-Lapid, además tendrán a un líder opositor que les estará reclamando cualquier decisión y acción en la figura de Netanyahu, mismo que ha declarado al pueblo isrraelí que le son afines "les voy a guiar en contra de este peligroso gobierno izquierdista y [...] si Dios quiere, vamos a derribarlo más pronto de lo que ustedes piensan".

No se auguran tiempos de estabilidad para el país del Medio Oriente, pues siguen en conflicto con Palestina, con Irán, un parlamento lleno de dudas y un gobierno entrante basado en una alianza frágil en extremo, con lo que se prevé una parálisis más profunda que en el último lapso de “Bibi” como primer ministro.

POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR

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