CAMINAR EN LA LUNA

Regreso a mis raíces

Decidí regresar a mis raíces, curar mi cuerpo y apapachar mi corazón

OPINIÓN

·
Adriana Azuara/ Caminar en la luna / Opinión El Heraldo de México Créditos: Foto: Especial

Hace 20 años nació un sueño en esta tierra donde el desierto se funde con el mar. Es un lugar de cactáceas y playa infinitas; un sitio multicultural que convierte a los amigos en familia, y a los viajeros en tu forma de vida. Es una tierra que aprendes a amar y a extrañar con su calma y su acelere, con sus cerros verdes y su aire con sabor a sal. Es un rincón para paladares exigentes, con restaurantes reconocidos a nivel mundial y una gran oferta de tacos de camarón y burritos de marlin. Es un lujo en armonía con la sencillez

Este es mi Cabo: el destino de mi escapada de este mes, el que me vio nacer como emprendedora y experta en bienestar; cuna de mis creaciones, de mis mayores alegrías y, también, de grandes lecciones de vida.  Es el paraíso en donde mis hijos crecieron, y del que partimos, con fuerza inusitada, para abrir las alas y perseguir nuestros sueños.

Esta vez, regresé con el corazón roto por la reciente pérdida de mi madre. Y Cabo me volvió a recibir con la calidez que buscaba: abrazándome con su clima perfecto y su gente maravillosa. Así llegué a Montage Los Cabos, que se levanta ante la playa de Santa María, una de las más hermosas en el corredor turístico. El servicio está lleno de detalles: desde las elegantes habitaciones, hasta los restaurantes, con vista al mar y música en vivo, perfectos para disfrutar de un vino al caer la tarde. Pero va más allá: Montage ofrece bienestar y aventura; adrenalina y descanso. Puedes escoger entre un glamping de lujo, pasear en yate o hacer deportes acuáticos y terrestres. 

Pero lo mío es el spa y, en este, viví una experiencia completamente renovadora. Aquí, todo te invita a quedarte pero confieso que lo que más atrae es el personal, famoso por “hacer magia con las manos”.  Con ese mismo ánimo decidí tomar un tratamiento para regresar a mis raíces, curar mi cuerpo y apapachar mi corazón. 

Constantemente busco conectar con la esencia sanadora de las plantas. Por eso, cuando vi un tratamiento llamado Raíces Mexicanas, no dudé. Pasé dos horas envuelta en un capullo de hierbas frescas y calientes, en donde los aromas de la salvia se mezclaban con la menta y la albahaca, en las que recordé a mis abuelas, conecté con mi cuerpo y me permití soltar todas las emociones que había vivido el último mes para regalárselas a ese menjurje que parecía absorber todo lo que yo cargaba. Mi rostro agradeció el facial de jade con menta en las sienes para aclarar el pensamiento y todo finalizó en un masaje transportador. 

Es curioso cómo la forma en la que percibimos la vida depende de nuestras memorias. En la medida de lo posible, yo intento elegir aquellos recuerdos que inviten a vivir experiencias nuevas y a abrirme a la vida. Porque no es el tiempo el que lo cura todo: es el amor a vivir intensamente lo que va sanando el corazón.

POR ADRIANA AZUARA
@ADRYAZUARA

PAL