COLUMNA INVITADA

El metro: columna vertebral de la Ciudad de México

Desde la época del General Alfonso Corona del Rosal se construyó la primera etapa del Sistema de Transporte Colectivo

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Desde la época del General Alfonso Corona del Rosal, como Jefe del Departamento del Distrito Federal en la administración del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, se construyó la primera etapa del Sistema de Transporte Colectivo, conocida como “metro”; fue una obra que a la fecha subsiste, pues fue planeada cuidadosamente y ejecutada con toda pulcritud. A partir de ahí cambió el rostro de la Ciudad.

La transportación colectiva fue subsidiada y los tiempos de traslado se redujeron considerablemente. No podemos concebir nuestra urbe sin esta obra que fue creciendo paulatinamente, conforme a un “plan maestro” establecido con toda propiedad.

Es pues, al día de hoy, una institución fundamental; el ahorro que se da por los subsidios del metro permite la vida productiva y económica de nuestra capital, ya que los habitantes pagan aproximadamente un 20% de su ingreso en el traslado a sus centros de trabajo, por el aumento permanente e inevitable del transporte privado.

Por eso, es imposible pensar en el desarrollo urbano sin esta aportación redistributiva y de carácter social; ni siquiera los más radicales economistas neoliberales han planteado la posibilidad de aumentar el precio de este transporte; se dijo, inclusive, que saldría más barato no cobrar el metro, que emitir los boletos electrónicos y todos los sistemas recaudatorios de venta de pasajes.

Por ello, proteger, ampliar, conservar y desarrollar este bien público, es un imperativo categórico. El grave accidente que se produjo hace unos días en la línea 12 del metro, debe ser analizado y resuelto desde diferentes ángulos, no solamente los peritajes técnicos que van a implicar responsabilidades.

En estos casos –como lo afirmó el Ministro Arturo Zaldívar, cuando el terrible caso de la Guardería ABC en Hermosillo, Sonora— hay responsabilidad política, además de la administrativa y la penal, que de ninguna manera puede, ni debe, soslayarse, porque las decisiones que realizan los gobernantes mexicanos no obedecen a una planeación, sino a un capricho sexenal, como la “obra maldita” del Tren México- Toluca, en la que se obcecó el Presidente Peña Nieto, al igual que hoy el Presidente López Obrador encabeza las obras insignes del sexenio que, independientemente de lo bueno o malas que sean, obedecen también a caprichos sexenales.

No existe planeación en México, el artículo 26 de la Constitución es letra muerta. Obtener ventajas políticas de este dantesco accidente en la línea 12 del metro, es inmoral y estúpido, como el caso de aquellos que pretendieron aprovechar en su politiquería electorera de los próximos comicios.

Sin embargo, no hay duda de que debe haber responsabilidades administrativas, civiles, penales y políticas al más alto nivel, pero con el cuidado que el caso requiere; es verdad que salieron a los medios de forma inmediata, dos personajes que han gobernado la ciudad capital: el canciller Marcelo Ebrard quien no dudó en ponerse a disposición de la autoridad y la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum que ha actuado con entereza y valor.

Los dos –como lo ha señalado la opinión pública— son los punteros de la carrera parejera hacia la sucesión presidencial. Nadie puede obtener ventajas de la desgracia y de la muerte; no obstante, la aclaración plena de esta tragedia –sin duda evitable—, podría haberse remediado.

El metro debe continuar y los responsables administrativos, civiles, penales y políticos deben sufrir las consecuencias; así como los contratistas vinculados –en muchas ocasiones— a la corrupción. Nunca sobrará reiterar esta demanda. El pueblo de México así lo exige.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

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