COLUMNA INVITADA

¿Por qué nadie renuncia?

Asumir la responsabilidad por la catástrofe es la mejor forma de defender la supuesta transformación

OPINIÓN

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Jorge Andrés Castañeda / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ante las catástrofes, negligencias y tragedias, de hoy y ayer, no deja de sorprender a propios y a extraños la resistencia a renunciar de nuestros funcionarios públicos. Ni de cerca es algo único de los gobiernos actuales, en México por alguna razón los funcionarios no renuncian de forma voluntaria ante las tragedias. Fue inverosímil que en 2017, cuando el socavón en el Paso Exprés cobró la vida de dos personas, el secretario de Comunicaciones y Transportes no presentara su renuncia. Hoy es igual de inverosímil que ante la tragedia en la Línea 12 del Metro, al momento de escribir estas líneas, ningún funcionario local o federal haya presentado su renuncia.

Y en esto sí parece que somos únicos. Que los funcionarios públicos titulares renuncien a un cargo ante una tragedia o un accidente es una práctica común en todo el mundo, no sólo en países ricos o democracias más consolidadas. Ejemplos sobran. En Chile, la ministra de Justicia, Soledad Alvear, presentó su renuncia en 1996 tras la fuga de unos reos. Y, en Corea del Sur, el hundimiento del ferry llevó incluso a la renuncia del primer ministro en 2014.

Estas renuncias tienen muchas motivaciones y pocas veces tienen que ver con la responsabilidad directa por los sucesos. La tradición de presentar una renuncia, va más allá de la responsabilidad directa en los sucesos, responde a dos motivaciones.

En primer lugar, como lo describió perfectamente José Ignacio Lanzagorta, se trata de “la forma más básica de valoración del cargo, de poner por arriba la dignidad de lo público, de asumir la responsabilidad que toca cuando las cosas salen mal”. O, dicho de otra forma, se trata del respeto a la investidura del cargo.

Pero también existen razones mucho más pragmáticas, lo que hace esto mucho más inverosímil. Un funcionario público de alto nivel también es un fusible para el gobierno para el que trabaja. Ante una catástrofe o un escándalo su dimisión puede ser un factor que ayude a generar un cierto sentido de rendición de cuentas.

Es una acción que sirve para proteger a la administración para la que trabaja un funcionario. En el caso de esta semana en concreto, si un funcionario genuinamente cree en la cuarta transformación y en el proyecto que esta en el poder, renunciar sería una forma de blindar al régimen. Asumir la responsabilidad por la catástrofe es la mejor forma de defender la supuesta transformación.

No es que en México nadie renuncie. Aunque pocos, algunos secretarios de Estado han renunciado, pero por desacuerdos con el gobierno Carlos Tello en 77 o Urzúa al inicio de este sexenio —. Pero nadie renuncia por errores. Aunque estas renuncias nos parecen totalmente ajenas, lo que hemos visto esta semana y con los gobiernos anteriores es inverosímil en cualquier otra parte del mundo. Quizá esta cualidad confirma que como México no hay dos, y es una de las tenemos que dejar atrás para avanzar hacia un verdadero cambio.

Por JORGE ANDRÉS CASTAÑEDA
COLABORADOR
@JORGEACAS

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