AGENDA LEVANTINA

Genocidio armenio y pragmatismo político

No todas las ambiciones del jefe de la Casa Blanca parecen resistir a la prueba de la Realpolitik

OPINIÓN

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Marta Tawil / Agenda Levantina / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No todas las ambiciones del jefe de la Casa Blanca parecen resistir a la prueba de la Realpolitik; con todo, el 24 de abril, el presidente Joe Biden reconoció formalmente el genocidio armenio. Turquía expresó indignación; rechaza el uso de la palabra “genocidio” con el argumento de que tanto turcos como armenios fueron asesinados en los combates de la Primera Guerra Mundial. 

Desde hacía décadas el lobby pro-armenio presionaba al Congreso estadounidense para que se reconociera como genocidio lo acaecido en 1915, pero el Departamento de Estado temía por el impacto negativo que enfrentaría en la relación con Turquía, miembro de la OTAN, que parecía hasta 2003 un aliado incondicional. En el centenario de los crímenes, el expresidente Barack Obama se negó a dar el paso; no quería arriesgarse a perder el acceso a las bases en Turquía en la guerra contra el Estado Islámico. 

Lecciones de Realpolitik similares (o tentativas de ello) también las habían dado algunos de los aliados más importantes de Washington, como México e Israel

En abril de 2015, con flamantes relaciones comerciales y políticas con Turquía como telón de fondo, México (donde la diáspora armenia es de unas 3 000 personas) canceló las actividades de los 100 años del genocidio armenio. El Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Museo Nacional de las Culturas suspendieron el ciclo de cine armenio previsto; se dijo que el INAH había recibido “llamadas desde arriba” (al embajador de Armenia en México le dijeron que se debía a una falla en la red eléctrica). 

Por su parte, en Israel un documento recientemente publicado de los Archivos Nacionales revela los esfuerzos israelíes desde la década de 1980 para frustrar el tratamiento de la tragedia armenia como genocidio (Haaretz, 29/04/2021). Observadores israelíes apuntan a intereses en materia militar con Turquía-Azarbaiján, como al anatema que representa para un amplio sector de la clase política y de la academia en Israel “compartir” la condición de víctimas del genocidio. 

Claramente, el giro actual se explica por la combinación de tres factores: la cosmovisión de Biden y el gran descontento de Washington ante decisiones de política exterior del presidente Erdogan (entre ellas, la compra de armamento ruso). Mientras que para Biden es un movimiento que le permite ganar capital moral, Turquía no está en condiciones de tomar represalias. Sus rivales regionales, Egipto, Grecia, Chipre e Israel se unieron en el EastMed Gas Forum y han realizado ejercicios militares conjuntos. 

Las relaciones de Ankara con Bruselas no van bien por temas de islamofobia, derechos humanos y refugiados. La economía turca está en crisis. Ankara empieza a acercarse de nuevo al Egipto de Al-Sissi y a la Arabia Saudita de Mohamed Ben Salman. Después de todo, Erdogan también prioriza los intereses estratégicos.

Por MARTA TAWIL.
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM

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