COLUMNA INVITADA

Ceuta y la migración desde otra perspectiva

Ceuta, ciudad autónoma española ubicada en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar, ha recibido en los últimos dos días alrededor de 8,000 personas

OPINIÓN

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María de Pilar López / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Ceuta, ciudad autónoma española ubicada en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar, ha recibido en los últimos dos días alrededor de 8,000 personas. Este hecho sin precedentes ha desbordado la capacidad de las estancias habilitadas para su recepción, así como del estado español para responder a la llegada de migrantes en condiciones irregulares.  

Igualmente, ha llevado al cuestionamiento de la comunidad internacional la manera en que se han llevado a cabo las devoluciones expeditas a territorio marroquí, que en este caso y hasta el cierre de este texto han sido de alrededor de 4 mil personas. Las autoridades españolas las han realizado a pesar de que los migrantes han pasado los puestos fronterizos y llegado a territorio español, y de manera colectiva, acto prohibido por el Convenio Europeo de Derechos Humanos, ya que impide comprobar las circunstancias personales de cada uno de los expulsados. 

La llegada masiva se explica por el relajamiento del control fronterizo a cargo de las autoridades marroquíes durante los últimos días, en respuesta a dos hechos. En primer lugar, como una forma de ejercer presión, tanto a España como al resto de la Unión Europea, para que al igual que Estados Unidos en diciembre pasado, reconozcan la soberanía marroquí sobre la zona del Sahara Occidental, cuyo control se encuentra en disputa entre Marruecos y la República Árabe Saharaui Democrática.  

En segundo lugar, como una crítica al recibimiento de Brahim Gali de parte de España, en abril, para su tratamiento por COVID-19. Gali es el Secretario General del Frente Polisario, movimiento que lidera la liberación nacional del Sahara Occidental, por lo que a los ojos del gobierno de Marruecos ello supuso un posicionamiento del gobierno español y un cuestionamiento de la autoridad marroquí sobre la zona, hecho que tensionó las de por sí complejas relaciones bilaterales

La crisis pone a la luz la necesidad de ver a la migración desde las causas que la explican. Es decir, poner atención en el hambre, la falta de oportunidades, la violencia y las guerras civiles, todas presentes en este caso en particular, y en la región africana en general, y no sólo tratar de evitar la entrada a miles de personas que, ante todos esos elementos están dispuestos a poner en riesgo la propia existencia para lograr mejores oportunidades, tanto para ellos como para sus familias.  

El control de la migración irregular no se logrará solamente poniendo muros, policías apostados en las fronteras ni regulaciones estrictas, sino atendiendo los motivos que empujan a las personas a salir de sus casas y abandonar a sus familias, aunque ello implique morir en el intento. 

Asimismo, el fenómeno ha llevado nuevamente a la mesa de discusión el problema de la migración infantil y cómo gestionar su llegada en los países receptores, situación presente de manera sobresaliente en el continente africano. Este fenómeno afecta de manera particular a la región, donde sólo en 2020, el 25% de los migrantes que llegaron a los países de acogida eran menores.  

En el caso de la crisis en Ceuta, de las 8,000 personas que han sido recibidas en las últimas 48 horas, alrededor de 1,500 son menores que viajaban como parte de sus familias, pero también sin acompañamiento. La migración supone una situación de vulnerabilidad para todos aquellos que se involucran en el hecho migratorio, la cual crece aún más cuando se trata de niños que se enfrentan solos a los riesgos, tanto desde el punto de vista físicos como con todos aquellos relacionados con el crimen organizado, la trata de personas, entre otros. 

La situación en Ceuta no está cerca de llegar a su fin, y sólo pone énfasis en la problemática de la migración irregular presente en la región de manera cotidiana, así como en la falta de políticas públicas exitosas para atenderla no sólo desde el punto de vista de sus consecuencias en los países de acogida, sino, sobre todo, atendiendo sus causas en los países de origen. 

POR MARÍA DEL PILAR LÓPEZ FERNÁNDEZ

DOCENTE DE GOBERNANZA GLOBAL DE LA UDLAP JENKINS GRADUATE SCHOOL

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