A la sombra de las hostilidades recientes en la Franja de Gaza, de los bombardeos, los edificios quebrantados, la realidad contundente de la violencia y la muerte pone en perspectiva los sucesos de varios años en la región.
El ciclo de violencia de los últimos días es una consecuencia de esta feroz colonización que recientemente fue testigo el barrio palestino de Sheij Jarrah en la Jerusalén Oriental ocupada por Israel. Lo es también de la estela de las políticas contundentes, que queriéndose pragmáticas pierden de vista las fuentes estructurales de la frustración de los palestinos.
Desde el punto de vista oficial de las cancillerías occidentales, entre la cautela y el pragmatismo, se llama a un cese de hostilidades mientras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, defiende las acciones de Israel contra Gaza y en países como Francia comentaristas y funcionarios sostienen que se trata de dos actores, Israel y Palestina, con una fuerza militar equiparable.
En contraste, en las informaciones diarias de noticias y redes sociales, se puede observar la recuperación del tema de la liberación nacional palestina como parte de la lucha diversa contra la opresión y el derecho a la memoria y a la representatividad.
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En Medio Oriente, la preocupación por Palestina se venía quedando en segundo plano ante el apremio de la reorganización política.
Por una parte, los levantamientos populares en los países árabes iniciados en 2011, priorizaron los problemas económicos, sociales y políticos internos. Por la otra, más recientemente, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos normalizaban oficialmente las relaciones con Israel. Esta configuración de marginación del tema palestino también se había reafirmado en un contexto de fuerte pérdida de credibilidad de las principales fuerzas políticas tradicionales palestinas, la Autoridad Palestina dominada por Fatah en Cisjordania y Hamas en Gaza.
Ahora, en el marco de la guerra, los gobiernos de Emiratos, Bahréin, Marruecos y Sudán se han visto obligados a recurrir a un ejercicio de comunicación dirigido a un público árabe nacional y regional que continúa apoyando a los palestinos de manera abrumadora, mientras los musulmanes celebran el amargo final del Ramadán.
Acaso la destrucción de Gaza y el asesinato de palestinos desacelera el acercamiento con Israel, pero nada más. Es improbable que la guerra actual socave las relaciones con Israel.
Los palestinos existen. Como todo pueblo, en su cultura, peso demográfico, idioma, memoria. Son actores políticos con o sin Fatah, con o sin Hamas; su apremio humano existe más allá de la instrumentalización que de su combate siguen haciendo los gobiernos árabes autoritarios, más allá de la indiferencia y la xenofobia de sectores de la clase política o la sociedad israelí, y, en fin, más allá del pragmatismo brutal.
Por MARTA TAWIL.
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM
MAAZ