COLUMNA INVITADA

La propiedad intelectual y la lucha contra la pandemia

En el fondo de la discusión sobre liberar patentes está la necesidad de acelerar la vacunación en las naciones

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La semana pasada, la administración del presidente Biden anunció su respaldo a la liberación temporal de las patentes de vacunas contra la Covid-19 en la Organización Mundial del Comercio. La propuesta de flexibilizar las patentes fue impulsada el año pasado por India y Sudáfrica; y, hasta el momento, ha sido copatrocinada por diversos países.

El anuncio de Estados Unidos, que inicialmente se había opuesto a la iniciativa, inauguró un debate sobre la conveniencia de levantar la protección intelectual de las vacunas. En el fondo de la discusión está la necesidad de acelerar la vacunación en todas las naciones del mundo. Sin embargo, la decisión de liberar las patentes, incluso como una medida temporal, podría tener diversas implicaciones que debemos tener en consideración.

Primero, relajar los derechos de propiedad no aceleraría la producción. Para que otros países estén en condiciones de producir vacunas masivamente, la liberación de patentes tendría que ir acompañada de un proceso de transferencia tecnológica, capacitación de personal y desarrollo de infraestructura sin precedente. Tan sólo la vacuna de Pfizer requiere 280 elementos de casi 90 proveedores en 19 países, así como equipo especializado y personal altamente calificado. Además, mientras más productores haya, será más difícil garantizar la seguridad de las vacunas, debido a la altísima sofisticación que implica su manufactura: algo que no podemos perder de vista.

Segundo, la protección de la propiedad intelectual sigue siendo el mejor incentivo para la innovación en el sector privado. Las empresas invierten grandes recursos a fin de tener la capacidad de desarrollar nuevos fármacos precisamente por los beneficios que les aseguran las patentes. Frente al descubrimiento de nuevas cepas o mutaciones del SARS-CoV-2, así como el riesgo de que nos enfrentemos a otra emergencia en el futuro cercano, es necesario incentivar la innovación, no limitarla. Flexibilizar las patentes podría afectar los esfuerzos futuros contra nuevas amenazas.

Tercero, la medida, aunque sea temporal, podría arriesgar futuros acuerdos de libre comercio. Las patentes, sobre todo las del sector farmacéutico, son uno de los temas críticos en cualquier negociación comercial. Un precedente de este tipo podría desincentivar que países tecnológicamente desarrollados, por presión de sus empresas, acepten participar en acuerdos comerciales si las patentes no parecen estar aseguradas. Entonces, podríamos terminar con intercambios más limitados o con regímenes de propiedad intelectual aún más estrictos. 

De cara a esta realidad, donde apostar todo por las patentes puede no cumplir las expectativas, es necesario examinar y complementar todas las propuestas: fortalecer los mecanismos de cooperación internacional como COVAX, para garantizar el acceso de todos los países a las vacunas; promover acuerdos entre el sector público y el sector privado para hacer más accesibles las licencias de producción e incluso explorar la conveniencia de promover alternativas como el “turismo de vacunación” hacia los países desarrollados, para los sectores de la población que pueden pagarlo.

No podemos ignorar que enfrentamos la amenaza global más importante en los últimos 100 años: “circunstancias extraordinarias que exigen medidas extraordinarias” y repensar nuestra manera de entender la propiedad intelectual puede ser una de las más poderosas, pero ciertamente no es la única.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA POR EL PRI
@RUIZMASSIEU

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