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El caldo gordo

MC ha votado junto con Morena en más de 90% de las veces; quita votos al bloque opositor, le dificulta a los electores tomar atajos informativos y obstaculiza la acción colectiva

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La participación política tiene muchas facetas. Sin embargo, ir a votar en libertad representa el acto medular de los regímenes políticos democráticos. Cómo y por qué los ciudadanos deciden acudir a las urnas y cuál es el sentido de su voto, se ha convertido en una de las preguntas más exploradas de la Ciencia Política. Las respuestas han venido desde varias perspectivas. 

El enfoque sociológico intenta explicar la participación y preferencia electoral a partir de factores de pertenencia a un grupo social, ya sea definido por el ingreso, edad, nivel educativo o el origen étnico. Otros académicos argumentan que existe una mayor probabilidad de movilización entre grupos que sienten que sus intereses están en riesgo. O los que desde una perspectiva de elección racional plantean que los electores asistirán a las urnas si consideran que su voto será pivotal, es decir, que las elecciones sean tan competidas que se eleva el peso relativo de su sufragio para definir el resultado. 

En cualquier caso, en los regímenes presidenciales donde se utiliza la fórmula de mayoría (first past the post) y el ganador gana todo, forzosamente se generan ­—de manera natural y en todos los niveles— contiendas que tienden al bipartidismo. En este tipo de sistemas políticos los electores votan de manera estratégica, es decir, ordenan sus preferencias y sufragan por su segunda mejor opción en aras de que no gane su última alternativa. 

En las elecciones del próximo verano, que serán plebiscitarias y evaluarán la labor del Presidente en estos tres años, se espera un mayor aforo que en elecciones intermedias pasadas. Las 15 gubernaturas en disputa y la creciente competencia a nivel local han generado un mayor incentivo a participar en los votantes. Pero conforme se acerca la jornada electoral hay un fenómeno aún más importante: se ha intensificado la noción de que los partidos pequeños, con la intención de convertirse en bisagra y aumentar su influencia política, le hacen “el caldo gordo” a Morena, aunque se alejen, por lo menos en el discurso, del oficialismo.

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Es decir, el rol de los partidos pequeños, de facto, será arrebatarle votos al bloque opositor que, si bien puede estar conformado por políticos tradicionales y con los que los ciudadanos están desencantados, es la única opción para generar contrapesos al poder omnímodo que se ha generado en torno a la figura presidencial.

El caso emblemático del partido bisagra en estos comicios es Movimiento Ciudadano, que cuenta con extraordinarios cuadros como Salomón Chertorivski o Clemente Castañeda y una oferta programática atractiva que apela al cosmopolitanismo capitalino y de las grandes urbes pero que debe de ser relegado a un segundo plano por la situación límite por la que atraviesa el país.

La agenda de valores y libertades individuales que promueve MC –por lo menos en el centro del país— y su planteamiento civilizatorio es de la mayor relevancia para el buen desarrollo. Ya habrá tiempo, por el momento las prioridades deben ser otras. MC no sólo ha votado en el Congreso junto con Morena en más de 90% de las veces sino que le quita votos al bloque opositor, le dificulta a los electores tomar atajos informativos y obstaculiza la acción colectiva.

La lucha libertaria por un país plural y democrático que inició en la segunda mitad del siglo pasado se ha eclipsado en tres años. Transitamos por una emergencia y debemos actuar en consecuencia. La prioridad es generar los contrapesos para evitar que México se convierta en el país de una sola persona.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1

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