COLUMNA INVITADA

Forbes: El espejo de la desigualdad

Este 2021, cuando la economía mundial tuvo una fuerte recesión del mas de 7% con motivo de la pandemia que padecemos, el número de multimillonarios ascendió de 2095 el año pasado, a 2755 este año

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena/ Columna Invitada/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

 Anualmente la Revista Forbes realiza un estudio que da a conocer el numero y el nombre de los ultra-multimillonarios, sorprende que en este 2021 –cuando la economía mundial tuvo una fuerte recesión del mas de 7% con motivo de la pandemia que padecemos— el número de multimillonarios ascendió de 2095 el año pasado, a 2755 este año. Es decir, durante los últimos doce meses 493 personas físicas en el planeta se agregaron a esta élite, cuya condición –para estar en la lista de marras— es poseer una fortuna superior a mil millones de dólares.

La pobreza creció exponencialmente, los Estados Nacionales disminuyeron sus posibilidades de desarrollo económico y, en lo personal, los dueños del dinero y de los negocios volvieron a tener utilidades en promedio superiores al 10%.

No se trata de héroes o villanos, estos Cresos son producto de un sistema, cuyas ruedas de molino trabajan en automático, propiciando la concentración y la acumulación de la riqueza y enviando al basurero del planeta a miles de millones de seres humanos; estos millonarios son simples peones de un ajedrez que está destinado a fracasar y cuyas consecuencias se reflejan en la crisis de la democracia y en la desesperanza planetaria. No son ni buenos ni malos; no son los grandes promotores del empleo porque este responde a mayores utilidades, como lo establece el propio sistema económico; tampoco son villanos a los que haya que condenar, simplemente son los instrumentos de una circunstancia estructural que refleja con claridad esta Revista Forbes.

En México sucedió lo mismo, aumentaron su fortuna Carlos Slim, German Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailleres, Juan Francisco Beckmann, María Asunción Aramburuzabala Larregui, la familia Arango, la familia Servitje, Antonio del Valle Ruiz y la familia Robinson Bours.

No se trata de 10 ni de 100 millones de dólares, sino de varios miles de millones, imposibles de procesar y de comprender para una mente del ciudadano común; las 36 principales fortunas de México sumaron 171 mil 490 millones de dólares, 20% más que en 2019.

Este fenómeno antinatural, grotesco, demuestra palmariamente la necesidad de un cambio estructural que sólo tiene tres formas de solución: Primero, que los señores del dinero se apiaden de la sociedad y, filantrópicamente por razones éticas, tomen medidas de distribución de su absurda riqueza, esto naturalmente es utópico; Segundo, una revolución mundial que expropie estos bienes globalmente, tal como lo sugiriera León Trotsky en su análisis del Marxismo, por supuesto también es utópico; y la tercera, y única forma de solucionar este problema, es la reforma fiscal de carácter mundial, como lo ha planteado Thomas Piketty y muchos economistas más; no es un tema nacional, tiene que haber una coordinación mundial para dar paso a una reforma de fondo.

Mientas eso sucede, el camino que tienen los Estados Nacionales para cambiar esta correlación de la economía, no es mas que uno solo, la reforma fiscal. Una reforma a la riqueza que paulatinamente vaya equilibrando el sistema económico y la desigualdad, no puede ser una reforma que ahuyente el capital, que frene la inversión, sino que tienen que partir de una convicción social, en donde los propios interesados entiendan que esta injusticia no puede seguir en este ritmo agobiante y brutal.

El capital no tiene patria, por eso, este asunto que afecta a todo el género humano no puede resolverse de manera unilateral, requiere la voluntad de las estructuras del poder y la negociación inteligente sobre el tema. Suecia, Dinamarca y Noruega principalmente, han sabido resolver sabiamente políticas públicas que consolidan un Estado Social, donde sus habitantes alcanzan niveles de cierta igualdad y de acceso a bienes y servicios.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

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