MIRANDO AL OTRO LADO

Razones para ser optimista

Ante el cúmulo de noticias tan encontradas y conflictivas en el país, resulta difícil a veces mantener la mirada equilibrada sobre el significado de los hechos y su valor específico

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando a otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ante el cúmulo de noticias tan encontradas y conflictivas en el país, resulta difícil a veces mantener la mirada equilibrada sobre el significado de los hechos y su valor específico. Por eso necesitamos tomar un paso atrás y mirar con menos partidismo y más objetividad el peso y significado de las tendencias históricas, en una perspectiva de largo plazo.

En primer lugar, hay que reconocer que AMLO ganó las elecciones con el aval mayoritario de todas las capas sociales del país. Desde los más ricos hasta los más pobres, todos los estratos votaron mayoritariamente por él. Igualmente mujeres y hombres, y todos los grupos de edades. No fue una hazaña menor.

Lo que sucedió es que, al parecer, muchas personas votaron por el hastío que causó Peña Nieto y su frivolidad y corrupción, su esposa y múltiples hijos zánganos. Pero no necesariamente votaron a favor del programa político y económico de Morena y AMLO. De hecho, fuera de una minoría que hemos seguido sus propuestas y trayectoria, prácticamente nadie sabía qué era exactamente lo que proponía, aparte de combatir a la corrupción.   

Desde el primer momento de su gestión empezaron a surgir inquietudes acerca del rumbo que le iba a imprimir a la conducción del país. Quizá el signo más ominoso era la insistencia a agredir a quienes el Presidente consideraba sus enemigos. En México el Presidente, en tanto jefe de Estado y gobierno, era considerado como un factor de unión nacional. De repente el país descubrió que AMLO no solo NO  se considera a sí mismo jefe de Estado, sino que es netamente jefe de gobierno en turno, de facción y de partido. Y llegó en pie de guerra.

Pero sí se esperaba que avanzaría en el combate a la corrupción. Emilio Lozoya fue arrestado y extraditado de España con la esperanza de esclarecer la gran trama de corrupción PEMEX-Odebrecht, entre otros casos. Caería, se suponía, grandes capos de la corrupción entre empresarios y políticos. Junto con ello, cayó en la cárcel una ingenua y arrogante Rosario Robles acusada de ser la cabeza visible de la trama de la Estafa Maestra. Parecía que la lucha contra la corrupción iba a rendir grandes resultados y sería un contundente estate quieto a la clase política y empresarial.

Pero las investigaciones siguen y nada se ha esclarecido. Sin embargo, ha servido para la propaganda política del Presidente en sus inútiles y marrulleras mañaneras. Eso sí: mucha propaganda, acusaciones, difamaciones.

Y empezaron a aflorar los casos de corrupción de los propios miembros del equipo de AMLO, incluyendo a sus familiares. El desencanto con la combinación de incesante propaganda política, cuantiosas mentiras, junto con la falta de resultados tangibles de este gobierno en materia de corrupción, ha cambiado la balanza de grupos sociales y sus inclinaciones políticas. El vuelco de las clases medias es lo más importante. El Presidente ha enrarecido el ambiente económico y está pegando directamente a las clases medias en todas sus excepciones y estratos.

El Presidente y Morena perdieron a las clases medias por completo. Incluso los sectores afines a la izquierda, como la intelectualidad, artistas y creadores en general, escritores, profesores, científicos, investigadores, médicos, asociaciones de abogados, amplios conjuntos de jóvenes y estudiantes le han dado la espalda a este gobierno. Las clases urbanas ya no votarán por Morena y su camada de candidatos improvisados, vividores y violentos.El hartazgo que se sentía contra Peña Nieto y su frivolidad ahora vuelve con fuerza: la polarización y discurso ramplón de izquierda radical del nacionalismo de los años treinta causa entre horror y repulsión.

El Presidente se pelea con los medios de comunicación, entre otras cosas porque casi nadie de relevancia escribe a su favor en ellos. Está solo, él y su grupito de políticos embravecidos y cada vez más y más aislados.

En el campo, el abandono de las necesidades de los productores ha sido épica. Y las comunidades indígenas rechazan la rapacidad de la nueva burguesía inmobiliaria que se está formando en la Península de Yucatán al amparo de la familia López Obrador y el Tren Maya. Los terrenos, todos, sobre esa ruta ya tienen dueño, con nombre y apellido. El error del Presidente es pensar que si él habla mucho y distrae la atención, nadie se va a dar cuenta.      

Pero la gente ya lo vio. Lo que hace falta es que la gente salga a votar y se exprese: en el 2018 no se votó por esto. Es hora de corregir el rumbo. Por esto soy optimista: el pacto que se expresó en el 2018 se rompió en mil pedazos y quedó esparcido por todo el territorio nacional. En 2021 las elecciones permitirán articular una nueva fuerza, democrática y de libertad, alejada del usurpador.

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
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