En cuestión de semanas, el triunfo avasallador de Morena en los estados ha dejado de ser inevitable. Las encuestas publicadas durante todo el 2020 e inicios del 2021 parecían el presagio de un nuevo tsunami que arrasaría con la oposición, pero recientemente, el panorama ha empezado a lucir distinto.
En junio del año pasado, la plataforma Polls.mx, que agrega y pondera encuestas, mostraba a Morena con ventaja en 14 de los 15 estados cuya gubernatura está en disputa. En 8 de ellos, la diferencia con su siguiente rival era de más de 10 puntos porcentuales.
Hoy en día la oposición ha crecido en preferencias. Ya son 4 los estados donde los partidos opositores tienen ventaja, según la misma plataforma. Ellos son Baja California Sur, Chihuahua, Querétaro y San Luis Potosí. Además, hay otros 3 estados (Campeche Nuevo León y Sonora), donde la diferencia entre Morena y su siguiente rival es de menos de 5%. En Michoacán la diferencia pasó de 20 a 12%, en Guerrero de 22 a 13, y en Tlaxcala de 24 a 12.
En este momento son únicamente cinco estados donde Morena parece mantener su liderazgo estable y con amplia diferencia: Baja California, Colima, Nayarit, Sinaloa y Zacatecas.
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De manera aislada, estos resultados están lejos de ser una mala noticia para Morena, pues actualmente solo gobiernan 1 de los 15 estados en disputa (Baja California) y cualquier crecimiento sería para ellos una victoria numérica. Sin embargo, el triunfo o derrota no sólo se puede medir con este criterio.
En primer lugar, los resultados de esta elección se contrastarán necesariamente con la elección del 2018. Si en aquella ocasión se vio un triunfo contundente de Morena, en esta se espera lo mismo. Sobre todo, con un presidente que ha fincado su autoridad en el respaldo popular de su movimiento.
En segundo lugar, porque el presidente necesita a los estados para impulsar las reformas constitucionales que están pendientes en su agenda. Una reforma de este tipo requiere la aprobación de 17 congresos estatales. Hoy Morena cuenta con mayoría en 19 de ellos, pero 30 legislaturas en el país se renovarán en la elección de junio. En los estados donde habrá una competencia de gobernador en la boleta, el voto en cascada por un solo partido podría afectar los resultados de Morena y, con ello, se verían disminuidas las posibilidades de reformar la Constitución.
Finalmente, porque ciertos triunfos podrían darles vida y competitividad a los partidos opositores rumbo a la elección presidencial del 2024. Si estos partidos se quedan con Nuevo León, Querétaro, Chihuahua, Sonora, San Luis Potosí, Baja California Sur y Campeche, el mensaje de la oposición débil y “moralmente derrotada” dejará de ser tan evidente como hoy parece y podrían surgir tiradores con ganas y posibilidades de disputar la sucesión presidencial con un discurso de cambio.
Sin embargo, hay que tener presente que los resultados están lejos de estar definidos. Quedan aún más de 70 días de campaña y la historia nos ha enseñado que, cuando de elecciones se trata, nada está escrito en piedra.
Por FERNANDA CASO
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