COLUMNA INVITADA

Ya iniciemos el despegue

En 1981, el sistema, presionado por la gran exposición crediticia y el refinanciamiento de los deudores, comenzó a apretar

OPINIÓN

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Luis David Fernández Araya/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Una de las causas que debemos evitar son los detonantes de desesperación, estos deben ser una buena decisión, la adoptada a fines de 1979 por la FED de elevar drásticamente los tipos de interés para frenar la aceleración inflacionaria en los EU, derivadas del segundo shock del petróleo, no fué la más acertada, aprendamos de la historia.

Debido a que gran parte de la deuda latinoamericana se había contraído a tipos de interés flotante, ese aumento del interés conocido como el efecto Volcker (entonces presidente de la FED) tuvo una repercusión directa sobre el servicio de la deuda.

La tasa Prime Rate americana y la tasa de oferta interbancaria de Londres (LIBOR), que oscilaban entre 5% y un poco más del 10%, empezaron a subir, llegando a alcanzar el pico en 1980 de 20,1% y 18%, respectivamente. Como la Prime era el tipo de referencia de los emprestamos internacionales, la LIBOR siguió la misma tendencia.

Las tasas de interés del mercado financiero internacional (media anual). En un análisis no muy profundo mi conclusión es que los tipos reales de interés de los EU, que habían sido muy bajas hasta la década de 1960 y se tornaron negativas a mediados de la de 1970, aumentaron bruscamente a fines de esta última década y permanecerían altas hasta fines del siglo.

Este patrón fue aún más acusado en el caso de los tipos relevantes para América Latina, por lo que el tipo de interés real efectivo para el endeudamiento externo de la región osciló entre una cifra el 1% y 2% entre 1975 y 1980 (si se estima como un punto porcentual por encima del tipo LIBOR media de tres meses y sobre la base de la tasa de inflación corriente de los EU).

Por el contrario, cuando se volvía al mercado de capitales en los años noventa y el tipo de referencia pasó a ser la de los bonos del Tesoro de los EU a diez años, la tasa de interés real tendió a oscilar por encima de 10%, cuando se agregaron los márgenes de riesgo (spreads) correspondientes.

Así, la región solo comenzó a beneficiarse de tipos de interés similares a las de 1975-1980 durante el auge financiero internacional de 2005-2008.

Como consecuencias de la subida de los tipos de interés en los EU la inflación cayó en el país, sin embargo, se desató una recesión internacional, ya que otros países se vieron obligados a aumentar sus tipos de intereses para impedir una fuga de capitales.

A la recesión en los países desarrollados, se agregó una caída pronunciada de los precios reales de las materias primas (representando para los países exportadores de productos básicos un deterioro en los términos de intercambio).

La carga real del servicio de la deuda se vio incrementada por la caída de los precios de los productos de exportación de los países deudores y, consecuentemente, por el deterioro de los términos de intercambio –estrechamente unidos a dichos países–, ya que los precios de los productos industriales no descendieron en la misma proporción, sino que incluso aumentaron.

La situación se tornó crítica de manera simultánea con el incremento acelerado de la demanda de préstamos para refinanciar el servicio creciente de la deuda externa; la alarma de los bancos crecía debido a su exposición crediticia en la región.

En 1981, el sistema, presionado por la gran exposición crediticia y por la acelerada demanda de refinanciamiento de los deudores,
comenzó a apretar. Así, cada banco acortó sus plazos de amortización y elevó sus recargos, una política que agravó la demanda de refinanciación de los deudores.

Los coeficientes de endeudamiento externo, que venían aumentado a un ritmo pausado durante la década de 1970 y a principios de los 80, empezaron a acelerarse. La deuda llegó en 1986 a representar casi cuatro veces las exportaciones y en 1987 el 53% del PIB de la región.

Al estallar la crisis en 1982 los bancos estaban muy sobreexpuestos en la región. Frente a la crisis y la gran sobreexposición, el flujo neto anual de créditos disminuyó notablemente durante todo el año.

A esto se agregó el inestable acceso a los recursos financieros, repercutiendo no sólo en un menor volumen global y un tipo de interés real muy alto, sino también en la gran incertidumbre respecto a la cantidad disponible para cada país.

Todos estos factores culminaron en un proceso de pánico en el mercado crediticio, provocando un racionamiento de nuevos préstamos, o lo que es lo mismo, incluso los deudores dispuestos a pagar una tasa de interés más alta no lograban obtenerlos. Al suspenderse los nuevos préstamos se rompió el proceso de renovación crediticia y con ello aumentó aún más la carga efectiva del servicio de la deuda.

Hay salidas, debemos visualizarlas.

POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
COLABORADOR
@DRLUISDAVIDFER

 

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