PASIÓN POR CORRER

Nunca es tarde

La mayor parte de nuestros propósitos de buena salud, ejercicio y una mejor alimentación se van quedando siempre rezagados, pero te comparto una experiencia que te hará meditar

OPINIÓN

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Rossana Ayala/ Pasión por correr/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cuántas veces nos hemos propuesto cambiar nuestro estilo de vida? Pasar del sedentarismo y los excesos a una vida más saludable y con la que nos sintamos mejor.

Seguro todos, alguna vez, nos propusimos y prometimos que cambiaríamos esos hábitos que a veces no nos gustan o que nos gustan, pero nos hacen daño y al final terminamos con la sensación de que podemos y debemos sentirnos mejor con nosotros mismos.

La realidad es que la mayor parte de nuestros propósitos de buena salud, ejercicio y una mejor alimentación se van quedando siempre rezagados por el trabajo, el estrés, las prisas, las exigencias sociales y, al final, porque siempre encontramos un buen pretexto para posponer o procastinar algo que deseamos, pero que por las dificultades y retos que nos representa, porque nos hace cambiar y modificar hábitos y costumbres ya arraigados y además placenteros, preferimos ir dejando como una meta y una decisión que “algún día” tomaremos y, entonces sí, nada nos detendrá para cambiar y ser mejores.

Porque a mí misma me ocurre con frecuencia; porque todos somos los principales expertos en autosabotearnos e ir pateando hacia adelante decisiones que sabemos necesarias y positivas, pero que siempre son difíciles y hasta dolorosas, porque nos sacan de nuestra zona de confort, hoy quiero compartirles la historia de Manuel Alonso, un veterano atleta que acaba de celebrar sus 85 años y lo hizo corriendo una ruta de 800 metros y estableciendo un nuevo récord para su categoría, M85, con un tiempo de 3:08.06, lo que significa que, con sus ocho décadas y media de vida, corrió a un ritmo de 3 minutos con 55 segundos cada  kilómetro. 

Con este registro, Alonso superó la plusmarca que tenía el canadiense Earl Fee, con 3:11.09, desde el 28 de marzo de 2014, cuando lo batió en Budapest.

La maravilla de la historia de Manuel no es sólo la hazaña con la que celebró su cumpleaños, sino que él fue, la mitad de su vida, una persona promedio, de las que cada año nuevo o cada vez que se sentía mal prometía que iba a mejorar su calidad de vida, que iba a comer más saludable, que haría más ejercicio y que acabaría con todo aquello que, aunque disfrutaba en ocasiones, le hacía daño a su cuerpo y a su vida.

Pero pasaron cuarenta años de promesas, buenas intenciones y deseos pospuestos, para que después de cumplir los 40, Alonso se decidiera a salir de su zona de confort y comenzara a practicar el atletismo.

Con esa edad y toda una vida de sedentarismo, Manuel Alonso sólo pensaba en ejercitarse un poco y en tener un estilo de vida más saludable. Pero conforme se adentró en el mundo del atletismo, descubrió que había pasado su vida sin conocer la que sería una de sus nuevas pasiones y motores.

El deseo de estar mejor se cumplió, pero de pronto ya no fue suficiente y a sus casi 50, Manuel comenzó a inscribirse en carreras y competencias para atletas maduros y así escribió una nueva versión de su vida: la del hombre mayor que se volvía un atleta consumado, que competía con los mejores del mundo y que tenía más fuerza, sueños y metas de las que nunca tuvo en sus primeros cuarenta años de existencia.

Así llegó el domingo 21 de marzo de este 2021 y Manuel Alonso se despertó temprano en Gallur, municipio de Zaragoza, España, donde sentía que iba a lograr la hazaña de su vida.

Cuando estuvo en la pista, el octogenario atleta corrió como siempre soñó que lo haría, y al llegar a la meta en 3:08.06, mientras dejaba atrás todos los años en los que intentó infructuosamente cambiar, en los que prometió y volvió a prometer que haría algo mejor con su vida, en los que se frustró y volvió a decepcionarse de no poder lograrlo, supo que había impuesto un nuevo récord del mundo en la categoría máster, y que tanto esfuerzo, tanta frustración y tanta desesperación, habían valido la pena.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

 

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