COLUMNA INVITADA

Desarrollo sostenible o el colapso

Este sencillo concepto es la base de todas los planes nacionales y estrategias internacionales

OPINIÓN

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Miguel Ruíz-Cabañas Izquierdo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México. Foto: EspecialCréditos: Especial

Hace más de tres décadas (1987), la Comisión Global sobre Medio Ambiente y Desarrollo publicó su Informe “Nuestro Futuro Común”, en que definió al desarrollo sostenible como aquel “que asegura la satisfacción de las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. Desde entonces, este sencillo concepto es la base de todas los planes nacionales y estrategias internacionales que ponen al bienestar de la persona como el fin último de todas las políticas públicas, pero que al mismo tiempo buscan preservar el medio ambiente para nuestros hijos.

En septiembre de 2015, después de casi tres años de negociaciones, los 193 estados miembros de la ONU aprobaron por unanimidad la Agenda 2030, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus 169 metas, para ser alcanzadas a fines de la presente década. Los ODS se han convertido en la hoja de ruta para el desarrollo sostenible a nivel mundial, nacional y local. Son objetivos muy ambiciosos pero alcanzables, como desterrar la pobreza extrema; el hambre y la malnutrición; garantizar la salud y la educación de calidad para todos; eliminar la discriminación estructural hacia las mujeres y las niñas; asegurar el acceso al agua potable, las energías limpias y el trabajo decente; promover la innovación tecnológica, la construcción de ciudades sostenibles; y evitar la destrucción de los ecosistemas terrestre y marítimo. Todo ello en sociedades más justas, pacíficas, basadas en el estado de derecho.

La fuerza de los ODS reside en su aceptación universal y su practicidad. Los avances o retrocesos de cada país, estado o ciudad se pueden comparar frente a los de otros países, regiones o zonas metropolitanas. Lo mismo pueden hacer las empresas y las universidades. Todos podemos comprometernos con los ODS. Es cierto que las crisis sanitaria, económica y social causadas por la pandemia del Covid 19 reduce nuestros recursos para alcanzarlos, pero no anula su validez. Al contrario. La pandemia es el resultado de la destrucción de la biodiversidad y de otras prácticas insostenibles. Superar esta triple crisis y derrotar al cambio climático, exige empeñarnos aún más en alcanzar los ODS.

Nos sentimos orgullosos de que México sea una de las veinte economías más grandes del mundo. Pero no estamos bien en materia de desarrollo sostenible. Según la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN por sus siglas en inglés), México ocupa el lugar 69 en una clasificación de 166 países. Hoy, no estamos cerca de alcanzar ninguno de los 17 ODS y estamos peor clasificados que otros ocho países latinoamericanos: Chile, Uruguay, Costa Rica, Argentina, Perú, Ecuador y Brasil (SDSN: Sustainable Development Report 2020).

El desarrollo sostenible requiere de diagnósticos claros, de una estrategia realista y una visión de largo plazo. Exige vencer resistencias y concentración de esfuerzos. Requiere constancia, mucha persistencia. Ya sabemos cuáles son las políticas públicas exitosas para eliminar la pobreza extrema o para fortalecer los sistemas educativos y la innovación tecnológica. Gran cantidad de estudios hacen evidente que el desarrollo sostenible solamente se alcanza con grandes inversiones públicas y privadas que fomenten la creación de empleos formales, bien remunerados, dirigidas a los sectores estratégicos de las economías del futuro. China y otros países asiáticos nos están dado el ejemplo.

También sabemos que para el desarrollo sostenible no hay atajos. Las simplezas y espejismos deben ser rechazados. Sabemos que el desarrollo sostenible no se puede basar en ideologías y recetas prefiguradas. Sabemos que los ODS no son propiedad de nadie, ni de los gobiernos, ni de la ONU, ni de las organizaciones de la sociedad civil. Son de todos, un patrimonio mundial. Su implementación exige el esfuerzo de todos y todas, de alianzas multi-actor entre los gobiernos, el sector privado, las organizaciones de la sociedad civil, y las universidades y centros de investigación.

Pero quizá la lección más importante de los últimos cinco años es que sin liderazgo en la cúspide el desarrollo sostenible es imposible. Solamente los líderes nacionales están frente al timón. Solamente ellos pueden alinear todas sus políticas, estrategias y acciones, y los recursos públicos que las hagan posibles, hacia el desarrollo sostenible. Se trata de un compromiso ineludible con los que vienen después. Nuestra generación será duramente juzgada si nos seguimos alejando del desarrollo sostenible, destruyendo la biodiversidad, retrasando la transición energética y disimulando la desigualdad de género. El desarrollo sostenible es la única vía para la sobrevivencia de nuestra civilización. México solamente ocupará un lugar digno y responsable en el escenario regional y mundial si no elude su responsabilidad y se empeña en alcanzar los ODS.

POR MIGUEL RUÍZ-CABAÑAS IZQUIERDO
DIRECTOR DE LA INICIATIVA DE OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS) EN EL TEC DE MONTERREY 
@MIGUELRCABANAS

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