COLUMNA INVITADA

Servicio Exterior: orgullo nacional, activo global

En días recientes, la Embajadora Socorro Flores Liera rindió protesta como Jueza de la Corte Penal Internacional

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Servicio Exterior Mexicano es uno de los cuerpos diplomáticos más profesionales que existen, integrado por mujeres y hombres comprometidos con la defensa de los intereses de nuestro país y la protección de nuestros connacionales en el mundo. Pero, además, históricamente ha sido un espacio de reclutamiento, formación y exportación de talento para organismos internacionales de diversa índole: una verdadera cantera de servidores públicos de alto nivel, que han logrado trascender nuestras fronteras.

En días recientes, la Embajadora Socorro Flores Liera rindió protesta como Jueza de la Corte Penal Internacional. Tras un riguroso proceso de selección en el que superó a casi veinte candidatas y candidatos, se convirtió en la primera jueza mexicana en ocupar un asiento en el tribunal encargado de juzgar crímenes de trascendencia internacional, como el genocidio.

Sin duda, se trata de un caso ejemplar, pero no por ello inusual. Una breve revisión histórica basta para constatar que la llegada de funcionarios mexicanos a las instituciones multilaterales no es algo novedoso; al contrario, es una tradición bien arraigada en nuestro Servicio Exterior.

En las primeras décadas del siglo pasado, el distinguido diplomático, funcionario y escritor Jaime Torres Bodet comenzó su carrera como tercer secretario de la Legación de México en Madrid. Veinte años más tarde, en 1948, fue nombrado director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), donde impulsó esfuerzos globales en favor de la educación, especialmente en los países en vías de desarrollo.

En la década de 1960, nuestro Premio Nobel de la Paz, el Embajador Alfonso García Robles, fue el principal impulsor del Tratado de Tlatelolco: el acuerdo de desnuclearización que consolidó, en América Latina, la primera región libre de armas nucleares en el mundo. De este Tratado surgió el Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (OPANAL), cuyo primer secretario general fue el Embajador Carlos Peón del Valle, otro distinguido miembro del cuerpo diplomático nacional.

Más adelante, a finales del siglo XX, la primera secretaria de Relaciones Exteriores en la historia de México, Rosario Green Macías, ocupó el cargo de Subsecretaria para Asuntos Políticos de la Organización de las Naciones Unidas, una responsabilidad que no había sido encabezada por ningún mexicano. Y la segunda mujer en desempeñarse como Canciller de la República, Patricia Espinosa, trabaja desde 2016 como Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tiene como propósito estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero para contener el cambio climático y sus efectos.

Así, el Servicio Exterior Mexicano no sólo debe entenderse como un orgullo nacional, sino como un activo de la gobernanza global. La comunidad internacional puede confiar en que siempre encontrará en nuestros connacionales a funcionarios de primer nivel para conducir sus esfuerzos institucionales. Este valor agregado de la diplomacia mexicana no sería posible sin la independencia del Servicio Exterior como un cuerpo profesional ajeno a coyunturas particulares o programas de gobierno. Se trata de un auténtico capital humano del Estado Mexicano, que debemos valorar, proteger y fortalecer.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA POR EL PRI
@RUIZMASSIEU

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