CAMPUS

Vecinos distantes

El primer encuentro virtual con el presidente Joe Biden evidenció lo distante de la relación bilateral y reiteró que seguimos en el último lugar de la lista

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En 1984, Alan Riding, en ese entonces corresponsal del New York Times, publicó Vecinos Distantes con la intención de retratar a los mexicanos. El libro evidencia no sólo lo difícil que resulta para el público anglosajón entender el ethos de lo mexicano, sino lo insulso que verdaderamente somos en la agenda de política exterior de Estados Unidos.

Con espejuelos que tratan de explicar el comportamiento desde una perspectiva cultural, Riding sugirió que la familia “es la razón única y poderosa de que la crisis económica no se haya traducido en descontento social”. Además, argumentó que la corrupción en México es imposible de erradicar porque se sostiene en un sistema de contubernios y alianzas enraizadas en las prácticas y valores de la sociedad.

A pesar de ser abogado de formación, no contempló que un entramado institucional que fomentara la transparencia y obligara a la rendición de cuentas pudiera fungir de catalizador para la transformación cultural. La amenaza latente -según Riding- no se presentaba en la forma de un levantamiento encabezado por las izquierdas, sino que se materializaba en un motín clase mediero. Tomó cuarenta años que este escenario se cristalizara.

El primer encuentro virtual con el presidente Biden evidenció lo distante de la relación bilateral y reiteró que seguimos en el último lugar de la lista de prioridades de la política exterior de nuestros vecinos. Para romper el hielo, Biden recurrió a la virgen de Guadalupe y a su fe católica, mientras López Obrador apeló a una trillada frase de Porfirio Díaz, pero acotando que afortunadamente México se encontraba en un lugar envidiable: cerca de dios y también de Estados Unidos. Con la llamada, ambos presidentes retoman de manera paulatina a los cauces institucionales con una agenda más nutrida e integral.

Durante la administración Trump, México tuvo una posición desventajosa ya que tuvo que adoptar el papel de agente migratorio y enfrentar disposiciones que fortalecieron las cadenas de valor al norte de la frontera y se tradujeron en una desventaja comercial para México. Sin embargo, las exigencias en materia de seguridad, respeto a los derechos humanos y laborales, y la protección al medio ambiente pasaron a un segundo plano. Los dos presidentes privilegiaron la continuidad y aseguramiento de sus proyectos políticos.

Ahora, sin embargo, la falta de equilibrios y la debilidad institucional en México obligarán a Estados Unidos a convertirse en un contrapeso. El respeto a la ley y cumplimiento de contratos, así como la calidad de la democracia serán temas que la diplomacia estadounidense regresarán a la agenda bilateral. La administración de Biden puede hacer que se respeten los derechos laborales que se estipulan en el nuevo TMEC y, seguramente, pondrá resistencia a la contrarreforma energética a través de las disposiciones establecidas en el tratado en materia de protección de inversiones.

AMLO responderá con una postura nacionalista para construir un nuevo villano a quién responsabilizar por la crisis económica y el fracaso de la vacunación. En cualquier caso, Biden podría convertirse en el contrapeso a la cubanización que padece el país.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1

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