COLUMNA INVITADA

París bien vale una misa

Si hay algo regresivo, es decir, que quita dinero a los pobres para dar a los ricos, son los subsidios a la gasolina

OPINIÓN

·
Jorge Andrés Castañeda / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Si hay algo a lo que todos los gobiernos del mundo le tienen pavor, es a un aumento en el precio de los energéticos, ya sea la gasolina o la electricidad. Es algo que no pueden controlar, depende de la oferta y demanda global y es el factor que más puede explicar la aprobación de cualquier gobierno. Esto no solo ha sido demostrado empíricamente, sino que la historia lo confirma una y otra vez. El aumento en el precio de la gasolina desató las protestas de los chalecos amarillos en Francia en 2019 y en alguna medida le costó la reelección a Jimmy Carter en 1980.

En la historia reciente de México es aún más claro. El aumento en las tarifas eléctricas a inicios de 2002 provocó el peor momento e la popularidad de Vicente Fox. La aprobación presidencial pasó de 60% en noviembre del 2001 a 48% en marzo del 2002.

Felipe Calderón parece haber aprendido la lección. Cuando muchos se preguntan dónde quedo el dinero de la bonanza petrolera de su sexenio, la respuesta es sencilla. En gran medida se fue a subsidiar la gasolina: entre 2007 y 2012 los subsidios a la gasolina sumaron casi 700 mil millones de pesos

Peña Nieto, de forma responsable aunque políticamente torpe, revirtió esta tendencia y así le costo. Pasó de subsidiar la gasolina a convertir los impuestos sobre esta en un ingreso sustancial para las arcas públicas. Entre diciembre del 2012 y enero de 2017 el precio de la gasolina aumentó 48% de manera gradual. La gráfica del precio de la gasolina y aprobación presidencial parecen casi un espejo. Incluso, ciertos encuestadores atribuyen la caída de popularidad más al precio de la gasolina que a cualquier escándalo de corrupción. A inicios de 2017 viene la debacle. Ante el aumento del precio de 20% decretada para enero de 2017 se desataron protestas y saqueos. La ya de por si dilapidada aceptación de EPN cayó de 26% a 17% entre noviembre y enero de 2017.

AMLO sabe esto mejor que nadie: la crisis del 2017 no solo fue la debacle de EPN, sino una de las claves para su victoria. Supo capitalizar el enojo por el aumento en el precio de la gasolina en esta y cada una de sus campañas, prometiendo que en su gobierno los energéticos no aumentarían más que la inflación. Entiende perfectamente el efecto del precio de los energéticos sobre su aprobación, y más importante aún, sobre los votantes. Por esto, ante el aumento de 30% del precio del petróleo en lo que va del año - lo que podría ser una buena noticia las finanzas públicas - la SHCP ha aumentado el estimulo fiscal a la gasolina para evitar que la gasolina suba de precio

Parece no importarle que esta política es la antítesis de su otro lema de campaña: “Por el bien de todos primero los pobres”. Si hay algo regresivo, es decir que quita dinero a los pobres para dar a los ricos, son los subsidios a la gasolina. En 2008, el año cuando más gasto el Estado mexicano en subsidiar la gasolina, el 52.3% de los 217 mil millones de pesos subsidiados fue al 20% de los hogares más ricos del país. En año electoral, si Paris bien vale una misa, una elección bien vale un subsidio.

Es hora de promover, difundir y aplicar nuevos protocolos para la atención a las situaciones en las que una mujer se ve agraviada. De hecho, muchas instituciones han empezado a aplicar este tipo de prácticas, simplemente porque sus mujeres los han promovido y sus hombres los han apoyado. Lo que no se ve es el liderazgo presidencial que los impulse.

Por JORGE ANDRÉS CASTAÑEDA.
COLABORADOR.
@JORGEACAST

rcb